«Finca de uso industrial de 23.870 metros cuadrados sita en San Claudio... Dentro de la misma se halla conjunto de naves industriales y edificaciones anexas, pertenecientes a la antigua fábrica de loza de San Claudio». El anuncio lleva colgado de la página y los tablones de Agencia Tributaria desde julio de 2014 y ha resultado poco atractivo. Sin recibir oferta alguna, ni cuando salió a subasta por 1,33 millones de euros ni desde que se procedió a la adjudicación directa (sin mínimo), quedan menos de 20 días para cerrar el último plazo y todo apunta a que pasará a engrosar el patrimonio del Estado.
En abril se cumplirán seis años ya del cierre de la antigua Loza de San Claudio S. A. , con el empresario Álvaro Ruiz de Alda como último propietario tras 108 años de actividad. Los intentos de los administradores concursales durante la liquidación de vender este patrimonio no dieron resultados entonces, como tampoco la puesta en venta por parte de la Agencia Tributaria.
Ni siquiera a pesar de que la fábrica se quedó sin la protección como Bien de Interés Cultural (BIC). A petición de los trabajadores en 2007, en medio de su lucha por la supervivencia del tradicional negocio, la Consejería de Cultura decidió su protección en la categoría de conjunto histórico como «pieza clave de la historia industrial asturiana». Entre sus elementos más significativos destacó el taller de elaboración, el horno de flint (con forma de botella y del que en la actualidad sobresale la maleza), las doce casas del Monte, contiguas y destinadas a obreros, sus colecciones de piezas o el archivo, por citar algunas.
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La protección solo duró dos años. Los administradores concursales recurrieron tal decisión al entender que «aparte de no beneficiar a nadie, la protección hacía muy dificultosa la venta de la fábrica» y el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) anuló la decisión regional basándose, entre otras cuestiones, en la falta de informes favorables.
La Consejería de Cultura no recurrió entonces y descarta reabrir el expediente del BIC, según explicó la titular del área, Ana González, a una pregunta del UPyD en enero. Solo valora «la inclusión de determinados elementos singulares en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias».
Una completa ruina
Todo apunta a que la falta de medidas de protección y de interesados por reactivar el recinto industrial que con tanta ilusión creó en 1901 el empresario Senén María Ceñal ayudado por un grupo de banqueros para fabricar loza feldespáltica, conllevará a que el recinto empeore aún más su lamentable estado. Desde que cerró sus puertas solo han entrado saqueadores (entre los muchos que se marchaban con furgonetas repletas de vajillas hubo 21 detenidos solo en 2010), grafiteros y okupas a las instalaciones, de cuya peligro de ruina alerta un cartel a la entrada.
Una ruina agravada por los dos incendios sofocados el año pasado, uno en las antiguas oficinas y otro en el antiguo almacén de la tienda. También sigue creciendo a sus anchas la vegetación y aumenta la basura.