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Noticias sobre la rehabilitación del molino de Domingo Estévez, Corralejo (Fuerteventura)

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El molino de Domingo Estévez renace al paso de tres siglos.
Autora del artículo Teresa Hierro Hernández para Diario de Fuerteventura.

En 1898, al norte del caserío pesquero de Corralejo y sobre un tablero de jable, Domingo Estévez levantó su molino "mano a mano, piedra a piedra. Este molino lo hizo mi abuelo. Yo entre aquí con un chupete, y recuerdo ver venir a la gente a moler grano y llevarse el gofio, y muchas veces, cuando había necesidad, mi abuelo no les cobraba", relató ayer Gregorio Santana Estévez, octogenario, hombre de la mar y uno de los nietos vivos del molinero.

Ayer tarde se inauguró oficialmente el Molino de Domingo Estévez una vez restaurado, en el marco de la colaboración entre el Cabildo de Fuerteventura y el Ayuntamiento de La Oliva. Además de recuperar el molino, esta actuación se ha resuelto habilitando una plaza pública en el solar en que quedó enmarcado el edificio, hoy en mitad del casco urbano de la localidad turística, tras quedar abandonado allá por la década de los años 70 del siglo pasado.

"Mi abuelo no sé lo que diría, pero yo lo encuentro muy bonito y precioso. Muchas gracias al Cabildo y al Ayuntamiento", declaró ayer don Gregorio, que asistió al acto acompañado de su hermana y también nieta del molinero, Francisca Santana Estévez, su mujer, Cruz Carballo Santana, y otros como Guillermo Morera, bisnieto del molinero, entre otros muchos descendientes y vecinos del lugar.

Domingo Estévez fue un hombre adelantado y emprendedor, que además de molinero y carpintero de ribera, "era un hombre de campo que tenía cultivos y cabras. También tenía barcos y comerciaba con las tabaibas y otras cosas". Desde el taller encargado de la restauración de la maquinaria de molienda, el maestro carpintero Domingo Molina se sorprendió al terminar los trabajos de la habilidad y el ingenio de las gentes de la época: "es increíble cómo pudieron hacerlo sin las herramientas que tenemos hoy".

Para Mario Cabrera, presidente insular, la presencia de este molino es "un ejemplo del papel que jugó el Estrecho de La Bocaina en la transición hacia la modernidad", haciendo referencia al enlace marítimo que al parecer permitió trasladar desde Lanzarote hasta Fuerteventura la maquinaria de molturación que luego levantó el propio molinero. Fue el primer molino del pueblo –más adelante se levantarían dos molinas-, y de las habilidades de Domingo Estévez habla a las claras hablan características singulares que no se encuentran en estructuras posteriores, como son las aspas abatibles construidas en madera, en lugar de las velas de lona habituales.

Añadió Mario Cabrera que "esto es lo más antiguo de todo Corralejo, más incluso que las casas más antiguas. Este edificio ha visto pasar tres siglos, y haberlo recuperado nos recuerda que nuestra esencia y nuestras raíces no las podemos perder, porque son las bases de un desarrollo que debe respetar nuestra cultura y nuestras tradiciones. Esta herencia tenía que seguir viva para recordarnos quienes somos".

Claudina Morales, alcaldesa de La Oliva, valoró que "con mucho sacrificio, nuestros antepasados fueron capaces de hacer este tipo de obras de ingeniería, en una época de subsistencia en que este tipo de ingenios permitían a las familias salir adelante. Hoy, este molino nos recuerda que Corralejo era y sigue siendo un pueblo luchador. Con su restauración no sólo recuperamos un espacio público para el pueblo, sino una parte de nuestro patrimonio e historia.

Morales tuvo palabras de agradecimiento para la familia Beckelar, de origen belga, que poseía el edificio y el solar antes de ser adquirido por el Ayuntamiento para poder acometer la restauración. Su colaboración fue fundamental para poder hacer una permuta, y adquirir directamente este solar ubicado en suelo urbano, que de otras forma hubiera sido inviable. Desde el principio nos enviaron fotos y nos dieron facilidades". 

Los descendientes del antiguo propietario, Paul y Anne beckelar, enviaron una nota para este acto en que recordaban "que este molino siempre gustó a mi padre. Esperamos que sea un espacio de encuentro para turistas y vecinos."

La consejera de Obras Públicas del Cabildo, Edilia Pérez, realizó un recorrido por el proceso necesario para poder materializar un proyecto de restauración que culmina la recuperación de los tres antiguos edificios de molienda de Corralejo, tras la Molina de Manolo Hierro finalizada en diciembre de 2014 y la Molina de Juan Morera, rehabilitada algunos años atrás.

La restauración del molino de Domingo Estévez se ha completado tras la recuperación de toda su maquinaria en el taller que regenta el carpintero Domingo Molina en La Matilla, unos trabajos que comenzaron el pasado mes de febrero, y la habilitación de una plaza pública en el solar donde se ubica, entre las calles Pizarro, Isaac Peral y Baja del Mejillón.

La plaza cuenta con accesos a pie desde sus distintos flancos (con un paseo de piedra molinera y baldosas, y escaleras en las zonas más bajas), así como también el  propio molino, que queda encuadrado en lo alto de una pequeña loma ajardinada. El arquitecto técnico que se ocupó de redactar el proyecto fue Marcos Alonso Rodríguez. 

El proyecto de rehabilitación del Molino de Domingo Estévez y la ejecución de la plaza pública ha contado con una inversión de 171.000 euros por parte del Cabildo, destinada a contratación de las obras. Por su parte, el Ayuntamiento de La Oliva ha realizado también una importante aportación al adquirir la propiedad del inmueble y del solar, y asumiendo la dirección de las obras.

Con respecto a la restauración de la maquinaria del molino, llevada a cabo en el taller de Domingo Molina, a pesar de su avanzado estado de deterioro fue posible recuperar elementos de este molino de pequeño tamaño como una parte importante de las aspas, las dos piedras de moler, la rueda dentada, el eje, el freno o el husillo. Otros elementos como el capacete y el timón, la tolva o la balsa, entre otros, debieron ser reproducidos, pero siempre bajo la idea de recuperar todo lo que sea recuperable, la madera, por supuesto, y los hierros también", valoró el carpintero que se ocupó de los trabajos junto a su asistente Félix Miranda, en su taller de La Matilla.

La arquitecta técnico Teresa Hierro, natural de Corralejo y descendiente de Manolo Hierro, quien regentaba en el mismo pueblo la molina que hoy lleva su nombre, ha contactado con la familia de Domingo Estévez y rescatado parte de su historia, además de realizar una descripción técnica que se reproduce al completo en el siguiente texto: 

<<En Corralejo existen un molino y dos molinas. Primero se construyo el molino 1898 y las molinas a partir de 1925.

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D. Domingo Estévez Rodríguez es el propietario de este molino. Nació en 1878 en Lanzarote y murió en 1963. Se caso con Dª. Felisa Gonzalez de Armas y tuvieron cuatro hijos. De profesión era carpintero de ribera (de barcos) y además tenía barcos con los que realizaba comercio entre las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Este dato según la familia hace posible que la maquinaria fuese trasladada desde Lanzarote. En los años 80 la familia la vendió y tras varios dueños hasta el 2014 que su propietario era un extranjero. En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento de la Oliva.

Este molino de viento tradicional, es una edificación de planta circular y forma troncocónica, realizado con piedra, barro y cal. La edificación se corona con una caperuza de madera que gira por medio del timón, orientando las aspas al viento. El molino se compone de dos pisos. En el inferior se guardaban los útiles y herramientas empleados por el molinero y se recogía el grano; en el superior se aloja la maquinaria de molturación. Para acceder al piso superior se utiliza una escalera de madera colocada en el exterior. Es uno de los más pequeños que existen en Fuerteventura.

Es un molino de cuatro aspas. Las aspas estaban constituidas por una estructura de madera sobre la que se colocaban tablas de madera rectangulares y de diferentes dimensiones que hacían de velas y se encajaban en unas puntas de madera.  La cantidad varía en función del viento, es decir, a menor viento más piezas.

La maquinaria de molturación esta realizada fundamentalmente en madera, aunque también se utilizan piezas de hierro, configurando un complejo engranaje, cuya función era multiplicar la fuerza del giro de las aspas y transmitirla a la piedra móvil, o moliente y producir la  molienda.

Las aspas, impulsadas por la fuerza del viento, hacían girar una rueda dentada que, a su vez, movía un carrete circular llamado husillo. Éste enlazaba con la piedra moliente, a través de un eje metálico incrustado en una pieza rectangular de hierro, llamada lavija, adherida a la cara interna de esta muela. Este eje transmitía el movimiento a la muela superior, haciéndola girar sobre la inferior, produciendo la trituración del grano.

El proceso de molienda se realizaba vertiendo el grano en la tolva, de donde pasaba a la canaleja, que lo conducía hasta las muelas. La harina o gofio resultante caía por un cubo al piso inferior, donde se recogía en sacas y costales.>>

La colaboración entre el Cabildo y el Ayuntamiento de La Oliva ha permitido recuperar los tres edificios que se usaban antiguamente para la molienda de grano en Corralejo. Se trata de la molina de Juan Morera, rehabilitada hace unos años, la Molina de Manolo Hierro que fue restaurada y trasladada a la nueva plaza José Antonio Umpiérrez en diciembre del año anterior, y ahora el Molino de Domingo Estévez, que quedará finalizado antes de los meses de verano.

El molino y las dos molinas se erigían décadas atrás en el tablero de jable, al norte del caserío de Corralejo, para captar los vientos alisios imperantes. Con el paso de las décadas y la llegada del desarrollo a la localidad, quedaron encuadrados en el interior del casco urbano.

Otro dato recabado por Teresa Hierro que es el Molino de Domingo Estévez es el más antiguo de los tres, pues su construcción data de 1898. Las otras dos molinas fueron construidas a partir de 1925.

Los molinos y molinas de viento han pasado a formar parte del paisaje majorero, como testigos mudos de un pasado en el que desempeñaron un importante papel económico. En Fuerteventura se fueron construyendo a lo largo de la geografía insular, especialmente en la zona centro-norte, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, y en respuesta a las necesidades climáticas y socioeconómicas de la Isla. La presencia constante de los vientos alisios, que constituían su fuente de energía, y la tradicional economía cerealista de la Isla, favorecieron la implantación de estas edificaciones.


La Oliva y el Cabildo contribuyen en la restauración del Molino de Domingo Estévez
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La maquinaria de molturación del molino de Domingo Estévez recupera su antiguo esplender.

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