Artículo de M. X. Blanco para La Voz de Galicia
Las palas convertían hace unos días en escombros la estructura de la vieja fábrica Leocadia, una nave sin actividad desde hace una década que afeaba el paseo de Bombé, en Muros. El lugar ocupado por las instalaciones fabriles desde hace más de ochenta años será regenerado por Costas. Se repetirá así la historia que ya se escribió en otros puntos del litoral barbanzano como la parcela pobrense de La Onza de Oro o la que hasta hace unos meses ocupaba el esqueleto de la conservera de Castiñeiras, en Ribeira. Pero todavía siguen en pie, a lo largo de la costa, una decena de ruinosas factorías que están a la espera de planes de recuperación.
En la mayor parte de los casos, dos son los obstáculos que impiden la demolición o la rehabilitación de estas viejas moles: la imposibilidad de las Administraciones públicas para llegar a un acuerdo con los propietarios y la carencia de fondos económicos para ejecutar proyectos que, en algunos casos, llevan varios años encima de la mesa.
Un buen ejemplo del primer caso es Hadasa, la fábrica situada en el núcleo pobrense de A Ribeiriña. Tras la quiebra de la empresa, la nave está en manos de los acreedores, que se encuentran en pleno proceso de liquidación. Han puesto a la venta el material e incluso las instalaciones, pero Costas anunció en mayo que no está por la labor de comprarlas. Los propietarios han hecho un estudio sobre los posibles usos del edificio, en el que figuran desde un club náutico hasta un taller naval, pasando por la construcción de viviendas, eso sí, con las limitación propias de su ubicación a escasos metros del mar.
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En el territorio muradano, pese a la desaparición de Leocadia quedan todavía varias ruinas en pie. La fábrica de Legarda, en Esteiro, fue propuesta hace años para dar cabida a un club náutico, pero el proyecto no prosperó debido a los impedimentos de Costas. Tres Picos (Serres), Cabanas (Tal) y las antiguas depuradoras de marisco de Esteiro y Abelleira engrosan la lista.
Orden de derribo
Carnota se une con la antigua fábrica de salazón situada en el puerto de Lira. La cofradía quería añadir el inmueble a su proyecto de turismo marinero, pero de momento sigue en manos privadas. También es propiedad de particulares la inmensa nave que afea el puerto de Aguiño, en Ribeira. Eso sí, en este caso las paredes pueden tener los días contados, puesto que Costas ha ordenado su demolición. En el pasado, el Concello había intentado, sin éxito, adquirir la finca.
En Noia existen también buenos ejemplos de ruinosas factorías. Abruñeiras y Barro son los puntos negros. Hay un tercero, A Chaínza, pero la solución para la vieja curtiduría podría estar próxima, puesto que la nave ya es de titularidad pública.
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