Interesante artículo de Ana Gaitero en Diario de León sobre el 150 aniversario de la línea ferroviaria Palencia-León.
Sin Ave y sin memoria. León no acaba de coger el tren de la alta velocidad y deja en vía muerta el 150 aniversario de la puesta en funcionamiento de la línea Palencia-León que inauguró tal día como hoy, en 1863, la Compañía de Ferrocarriles del Noroeste. Era sábado.
«Hombres, ancianos, mujeres y niños, todos gritaban y todos saludaban a la máquina portadora de la nueva vida. Hasta un impedido se había hecho conducir en su colchón», relata el cronista de La Regeneración, Francisco Peral de Cuevas, entusiasmado al ser testigo de que «la locomotora iba a silbar por primera vez en los campos del reino de León».
El viaje entre Palencia y León que hoy se hace en menos de una hora, duró casi cinco. Había salido de Madrid a las ocho y veinte del día 7 de noviembre así que no es extraño que el cronista anotara: «Llegamos por fin a León». El convoy arribó a la ciudad a las 15.00 horas del día 8 tras surcar los 123 kilómetros. La estación, sin terminar, es pintada como «una de las más bellas y grandiosas de España».
«Banderas, flores, colgaduras, guirnaldas y gallardetes, todo colocado artísticamente y entrelazado con escudos de armas y cifras alegóricas» envolvían el edificio inconcluso. La bendición, que oficiaron los obispos de Astorga y de Palencia, «dejó tranquilo al pueblo», comenta el corresponsal.
‘Instalación’ ferroviaria
El historiador leonés Javier Revilla ha investigado este hito de la era industrial leonesa, desde su gestación, con el primer estudio del ingeniero de minas Ignacio Gómez de Salazar, de 1856. Su conferencia en el Museo de León es el único acto previsto para conmemorar la efémeride en este día señalado. El Ayuntamiento de León y Adif han acordado erigir una instalación en la rotonda nueva de la estación —prolongación de Ordoño II— «con tres elementos emblemáticos del ferrocarril que aún están en uso», puntualiza la concejala de Urbanismo, Belén Martín-Granizo.
Es la única actividad arrancada para el 150 aniversario por la Asociación Leonesa por Amigos del Ferrocarril (Alaf), que acudió al Ayuntamiento de León hace dos meses para recordarles la inminencia del acontecimiento. «Es la única ciudad y la única provincia que no celebra el aniversario del ferrocarril», lamenta su presidente Buenaventura Durruti.
«Lo lógico es que las instituciones, tanto el Ayuntamiento de León como la Diputación, prepararan un acto conmemorativo con un año de antelación, pues son las que tienen los medios y el personal», se queja el responsable de la asociación.
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«El 8 de noviembre no se borrará jamás de nuestra memoria», vaticinaba la crónica del periódico El Esla. El tiempo le ha quitado la razón. Adif no sabe, no contesta. Ni siquiera ha respondido a la pregunta de este periódico sobre el futuro uso de la estación y el estado en que se encuentra actualmente. El edificio matiene abiertas algunas oficinas.
La estación vieja vio pasar su último tren, la Mikado, el 18 de marzo de 2011, cuando el ministro de Fomento, José Blanco, realizó el último viaje con destino al paso a nivel de El Crucero para su cierre definitivo. Ahora, León tiene una moderna estación provisional y las vías muertas de la antigua invadidas por la maleza.
El ariete de Galicia
El día de la llegada del tren, insiste El Esla, «eterno ha de ser en las páginas de la historia, en los anales de la civilización y de la industria». Sólo hay que mirar cómo era León antes de la llegada del ferrocarril y en lo que se convirtió después para calibrar su importancia. «Una ciudad con poco más de 9.000 habitantes y con tan solo una fábrica de harinas, mientras que Palencia ya pasaba de los 10.000», apostilla Revilla.
Si el interés de Galicia por ver la llegada del tren desde Madrid a la costa Oeste fue el ariete que impulsó esta empresa, la implicación de los particulares leoneses fue decisiva. La junta de suscripciones para el ferrocarril de León puso el aval para iniciar el proyecto. A la junta se sumaron todos los prohombres de la ciudad, desde Segundo Sierra Pambley, diputado en Cortes, a su sobrino Francisco Fernández Blanco, también diputado, al igual que el Marqués de Montevirgen, el alcalde de León, José Selva, pasando por el labrador Marcelo Rodríguez, el secretario de la Sociedad de Amigos del País, Carlos de Sosa e incluso el arcediano de la Catedral, Clemente Alonso Cordero.
El aval fue entregado por Juan Flórez en 1860. La participación eclesiástica es llamativa por cuanto la posición oficial del Obispado de León fue crítica, si no reticente, al ferrocarril. «Las locomotoras fueron bendecidas el día de la inauguración por los prelados de Astorga y Palencia, el de León parece que estaba enfermo», indica Revilla. «Oíd ese silbido penetrante: Anuncia la portentosa invención del siglo» «de la electricidad y el vapor», recoge el Boletín del Clero del 20 de noviembre de 1863.
El silbido del diablo
«Mi abuelo Sixto me contaba que la señora Cunda, igual que otras gentes, corría como alma que lleva el diablo cuando oía silbido del tren. Que creían que la máquina de vapor, con aquel humo que echaba, era el mismísimo diablo», cuenta Pepe Muñiz, coleccionista y divulgador de anecdótas sobre la vida leonesa y sus epopeyas. «La primera locomotora llegó a León el 23 de agosto de 1863», recuerda. Fue el acto popular.
Las obras comenzaron el 19 de mayo de 1861 y trabajaron en ellas más de 3.000 obreros, explica Revilla. En este corto período de tiempo se hicieron además los tres puentes que salvan los ríos Cea, Carrión y Esla de 60, 80 y 303 metros, respectivamente. El convoy de Madrid venía lleno de gente notable para la inauguración con «8 coches de primera clase, uno de segunda para la servidumbre y un furgón para el equipaje».
En apenas dos años y medio, desde que se comenzaron quedó lista para iniciar los servicios regulares, que comenzaron el 9 de noviembre de 1863 como deja constancia el primer telegrama remitido desde la estación de León. Las obras se adjudicaron por 59 millones de reales de vellón a Miranda e Hijos.
León era una estación de segunda con una Catedral «la primera de las de España», dice el cronista entusiasmado pero crítico con el estado del templo gótico, pues, como dejó constancia, «amenaza ruina». También admira el cronista la basílica de San Isidoro y la villa de Sahagún.
La máxima autoridad en el acto inaugural fue el director general de Obras Públicas, un tal Tomás de Ibarrola. También acudió con la comitiva el presidente de Ferrocarriles del Noroeste, Juan Bravo Murillo, expresidente del Consejo de Ministros.
Los talleres, a Valladolid
El puente de la estación se terminó en 1864, año en que se inicia el tramo León-Ponferrada. La estación se construyó sobre parte de las 33 hectáreas comunales cedidas para el proyecto, pero más alejada de San Marcos de lo previsto. «Hubo intereses especulativos de propietarios de terrenos en torno a Ordoño II», dice el historiador.
El ferrocarril impulsó la economía local: en 1869 los talleres empleaban a 400 trabajadores. También acabó con la arriería y de la primera rivalidad con Valladolid. Al quebrar la compañía en 1878 los talleres volaron la capital del Pisuerga.
Diario de León