Artículo dentro del III Coloquio de Historia Canario-Americana, en el año 2000.
Autora: Amara María Florido Castro
RESUMEN
Hablar de “arquitectura industrial” y, más concretamente de “patrimonio arquitectónico industrial” en una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria podría parecer una incongruencia si tenemos en cuenta el lugar que ocupó el sector manufacturero en la evolución socioeconómica de las islas. Muchos han sido los factores que - históricamente - condicionaron la implantación del sistema capitalista de producción en el archipiélago: el aislamiento geográfico; la tradición agrícola; la escasez de materias primas o la ausencia de un espíritu industrial, por citar sólo algunos de los más significativos. A pesar de todos estos obstáculos, nada contribuyó tanto al atraso industrial como las facilidades para la importación de toda clase de manufacturas al amparo de la Ley de Puertos Francos (1852). Al menos así lo expresaron Bergasa y González Viéitez para quienes este régimen especial de franquicias significó “el momento crítico de un posible crecimiento industrial”.
Todo ello generó una actitud de rechazo, o más bien, una falta de interés por todo lo relacionado con el fenómeno industrializador canario que, si bien no es comparable con lo acontecido en otras regiones españolas como Cataluña o el País Vasco, no por ello debe ser marginado de los estudios sobre nuestro pasado más cercano.
El objetivo de esta comunicación no es otro que dar a conocer, muy someramente, algunas de las manifestaciones arquitectónicas, construidas o adaptadas a la producción industrial, en la capital grancanaria. Será, por tanto, un nostálgico recorrido por edificios en los que se llevaron a cabo toda clase de trabajos de manufacturación, desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas de la presente centuria. Esta limitación cronológica no ha sido escogida al azar. Durante este período Las Palmas de Gran Canaria experimentó su “primer crecimiento económico moderno”, 3 sobretodo, a partir de la construcción del Puerto del Refugio y de la Luz auténtico motor generador del desarrollo de esta ciudad. El extraordinario aumento del tráfico marítimo significó no sólo el establecimiento de poderosas compañías extranjeras, sino también el desarrollo de una importante actividad industrial concentrada en los talleres de fundición, astilleros, así como en la industria pesquera y aquélla dedicada a la conservación de alimentos con destino al abastecimiento de los navíos.
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