Un incendio provocado en un molino catalogado reaviva el debate sobre la protección del patrimonio industrial.
Artículo de Natalia Luppens para La Vanguardia
Un incendio esta primavera calcinó parte del tejado de la antigua nave papelera de Cal Violant, en el municipio de Capellades. El fuego provocó daños materiales en la finca y, a la vez, supuso un duro golpe para la supervivencia del patrimonio que constituyen los antiguos molinos en la comarca de la Anoia. La confirmación, días después, de que se trataría de un incendio provocado enturbia todavía más el futuro de la herencia industrial papelera y evidencia el deplorable estado en el que se encuentra. En menos de un siglo han desaparecido casi dos tercios de los molinos que tuvo este territorio barcelonés, que llegó a liderar la producción de papel de toda España.
“Cal Violant llegó a ser uno de los molinos de la estirpe papelera más emblemáticos de la zona”, explica Victòria Raval, directora del Museu Molí Paperer de Capellades. Este molino fue construido en el siglo XVIII por Josep Romaní, a cuya familia se le atribuye el ciclo expansivo de la fabricación papelera de la comarca y la fabricación de un material “de una calidad excelente”, recuerda.
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El molino, de propiedad privada, lleva en desuso desde finales de los años 80 a raíz de un cambio de propietarios y desde hace una década sus instalaciones se encuentran abandonadas, según denuncia el museo. “Nos sentimos impotentes”, lamenta Raval. Cal Violant arrastra desde entonces una gran lista de daños e incursiones de todo tipo en su interior. Sin ningún tipo de inversión, el edificio se ha ido degradando hasta esta primavera, cuando ha sido objeto de un incendio deliberado. El alcalde de Capellades, Aleix Auber, ha confirmado que el siniestro apunta a un “factor humano” aunque “se desconoce con qué intención”.
Propiedad de la misma empresa era el también histórico Molí de Can Ramonet, uno de los molinos fabriles más emblemáticos de Catalunya. Fue demolido en 2009, una vez declarado su estado de ruina y con los permisos para derribarlo. Precisamente este desenlace es el que quiere evitar a toda costa el Ayuntamiento y por este motivo, a pesar de la petición de los propietarios, hasta ahora nunca se declarado Cal Violant en estado de ruina. Preguntada por los últimos sucesos y por la situación actual del molino, la empresa propietaria, Unió Paperera SL, no ha querido hacer declaraciones y ha explicado que dentro de unos días informaran de su posición.
Un vacío legal
El molino de Cal Violant obtuvo el título de Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en 1986 y forma parte del inventario arquitectónico de Catalunya. En el caso de estos bienes, la ley impone al propietario el “deber de conservación” del inmueble y explicita que debe mantenerse y preservarse para asegurar su integridad “sin poder ser destruido”. Sin embargo, el propietario no tiene el deber de, por ejemplo, comunicar las actuaciones de conservación a la administración.
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La mayoría de los 16 molinos de la Costa de Capellades reciben la calificación de BCIL. “Promovemos que estos molinos sean BCIL, porque pone freno a la intencionalidad de los propietarios de destruir los edificios, pero no aseguran la inversión para poner al día la infraestructura”, comenta el Aleix Auber. “Queda un vacío legal por trabajar”, señala.
También constaba dentro del registro del BCIL el ya derruido Can Ramonet. Es por eso que, a pesar de que la ley prohíbe tajantemente su derribo, la falta de inversión llevó a un punto de no retorno en su conservación. El propietario solicitó el estado de ruina y, con la aprobación del consistorio, se procedió a su destrucción. El alcalde de Capellades admite que están “encallados” en este tipo de situaciones, por lo que es necesario “trabajar y pensar nuevas fórmulas” para esclarecer su futuro.
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Capellades defensa mantenir el molí de Cal Violant malgrat l'incendi
Fuente de la noticia http://anoiadiari.cat