Un proyecto para recuperar el patrimonio industrial de Alcalá de Ebro
Artículo aparecido en Heraldo
El municipio zaragozano de Alcalá de Ebroen la Ribera Alta del Ebro cuenta junto a su carretera de entrada con uno de los edificios más singulares de la arquitectura industrial aragonesa, una construcción que formaba parte de un antigua fábrica de sal en Alcalá de Ebro que “permaneció en activo hasta el año 1964”, según referencia el Gobierno de Aragón en su Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés.
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Esta factoría ya operaba desde comienzos del pasado siglo y sus instalaciones estaban dotadas de almacenes y diversos locales conectados entre sí por raíles e incluso por el aire, como es el caso del edificio a dos aguas de Alcalá de Ebro, que era la estación terminal del teleférico adonde llegaban los vagones y el transporte de sal a través de un cable aéreo.
Estas innovaciones en la industria de la producción de sal fueron introducidas por la compañía inglesa Pure Salt Ltd. En 1901, propietaria entonces de la explotación de las minas de sal de Remolinos, cuyos ingenieros decidieron tender un cable aéreo de 7 kilómetros de longitud para llevar el mineral desde Remolinos hasta la fábrica de Alcalá de Ebro.
La huella de este sistema de transporte todavía es visible en el río Ebro a su paso por la localidad de la Ribera Alta, ya que todavía quedan en pie algunos pilares que sostenían el tendido y que hoy sirven como nidos para las cigüeñas.
El viejo edificio, abandonado durante décadas, ha sido ahora adquirido “por una empresa que actualmente se ubica en el polígono de Malpica Alfindén y quiere trasladar aquí sus oficinas. Es un edificio que está catalogado dentro del Plan General del municipio -señala José Miguel Achón, alcalde de Alcalá de Ebro-. Los nuevos propietarios tienen la intención de rehabilitar el edificio -una de las exigencias que marca el citado plan- y destinar una zona a oficinas y otra como espacio expositivio”.
“El proyecto también contempla la construcción en los terrenos de otra nave de similares características arquitectónicas que la propiedad emplearía para otros usos”, adelante el alcalde, aunque por el momento prefiere no revelar todavía el nombre de la empresa propietaria.
La sal de Remolinos
Como señala Pilar Biel Ibáñez, profesora de Historia del Arte de Universidad de Zaragoza, en su estudio realizado sobre la arquitectura industrial en la Ribera Alta “tras la crisis financiera de Pure Salt Limited, en 1909 Matherson y Cia –otra compañía británica– constituyó una nueva sociedad denominada Purasal S.A. y trató de implantar un nuevo procedimiento para el tratamiento de la sal, el denominado ‘Tee’, que consistía en la purificación de la sal por el sistema de la fusión”.
Biel apunta, además, que este método “supuso un enorme fracaso y el inicio de la decadencia de la presencia británica en Remolinos”. Después se sucedieron unos años de paralización de la explotación en los que Horacio Echevarrieta ejerció como representante de la compañía británica “hasta que cedió la explotación de la mina a la compañía Estremera y Calvé, constituida en el año 1922, quien dejó de utilizar la denominación de Purasal”.
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La reorganización de la empresa con la entrada de un nuevo socio Francisco Cano, “se reorganizó en 1932, adoptando la antigua denominación. Es entonces cuando electrifican el cable teleférico y las instalaciones, procediendo a establecer salinas de evaporación solar”, explica Biel en su estudio.
En la actualidad, Ibérica de Sales es la sociedad que se dedica a la explotación de las minas de Remolinos, una actividad que se ha desarrollado en la zona desde la época romana hasta nuestros días.
Fuente de la noticia http://www.heraldo.es