El Mercado Central, una joya artística, comercial y social para el siglo XXI
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Una recuperación total
Ahora, un siglo después, la primera gran reforma de este vetusto y valioso edificio quiere recuperar su importancia como lonja y como punto neurálgico donde se expresan los valores del trabajo y la comunicación.
El arquitecto aragonés optó por el estilo modernista de la época, con tono historicista adaptado al carácter y función del edificio, que sustituyó al mercado al aire libre que desde la Edad Media se instalaba junto a las murallas de la ciudad. Incorporó nuevos materiales como el hierro fundido y laminado, combinado con la piedra, el hormigón, el ladrillo y la cerámica, incluso el esmalte en algunos elementos decorativos.
Algunas de las piezas que sustentan el edificio, como columnas de hierro, presentan en la actualidad graves deterioros, con curvaturas, inclinaciones y grietas. El proyecto de rehabilitación contempla reforzarlas con columnas nuevas adheridas a las originales, para que éstas mantengan su diseño original.
El arquitecto concibió el mercado, pese a su magnitud, como algo ligero, dispuesto a elevarse hacia el cielo con las alas de su dios Mercurio. No tenía paredes.
Esa circunstancia se fue revelando con el tiempo como un inconveniente, conforme cambiaban los hábitos de compra y mejoraban las condiciones de vida. La exposición al cierzo y al frío en invierno, a los insectos, pájaros y aire caliente en verano, contribuía a hacer más incómoda la lonja y menos salubre.
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En 1978 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, pero eso no evitó su olvido institucional. Tras 79 años sin apenas conservación, sólo la mínima para su mantenimiento, en 1982 se emprendió una reforma para hacer más confortable el edificio, a costa de mermar su grandiosidad y esconder su belleza. De esa actuación datan los paneles de plástico a modo de pared que se instalaron en las fachadas este y oeste del mercado, que al poco tiempo empezaron a amarillear y a exhibir un aspecto deteriorado.
También entonces se colocaron falsos techos de plástico blanco y opaco sobre los pasillos de los puestos de detallistas, que permitieron incorporar climatización, pero ocultaron la techumbre, las cerchas, las arcadas y las columnas del edificio original.
Actuaciones parciales
La remodelación integral que ahora se va a emprender recupera la grandiosidad del ‘templo comercial’ y exhibirá la ligereza del gran armazón.
En el interior del edificio, en paralelo a su columnata, se instalarán grandes paredes de vidrio practicables mediante sistema informático para facilitar la ventilación y colocadas a modo envolvente, que permitirán cerrar el mercado, aislándolo frente a elementos externos pero a la vez recuperando su estructura original, que será totalmente visible puesto que el cerramiento será transparente. La climatización se efectuará mediante suelo térmico, aparte de que cada puesto dispondrá de su propio sistema de acondicionamiento.
Tras la dudosa actuación de 1982, el siguiente hito vivido por el Mercado Central zaragozano se produjo en 2001, cuando el Gobierno aragonés lo declaró Bien de Interés Cultural, con lo que se garantizaba su protección, de acuerdo con la Ley de Patrimonio.
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Tras una reforma fallida en 2004, se proyectó otra intervención en 2006-2008. De esa época data la construcción de todas las cámaras de la planta sótano, así como las plataformas de carga/descarga y los elevadores para las basuras.
Pero no se ejecutó la obra integral prevista y el edificio continuó con su lento deterioro y sin planes de conservación propiciados por una indolencia política que contrastaba con la preocupación ciudadana, expresada sobre todo desde el tejido social y vecinal del Casco Histórico, por los estragos cada vez más evidentes en una de las joyas arquitectónicas de la ciudad.
Noticia completa en http://arainfo.org
Adjudicados 58 puestos del Mercado Central a la espera de cubrir 16 vacantes.
Fuente de la noticia http://www.heraldo.es