Artículo de David Orihuela para LNE
Aún hay tiempo para recuperar una de las joyas del patrimonio industrial ovetense, la Fábrica de Loza de San Claudio, con "infinitas posibilidades", pero "no es el tiempo de las ocurrencias". Es la conclusión de María Fernanda Fernández Gutiérrez, experta en patrimonio industrial, que ayer ofreció en el Museo Arqueológico la conferencia "El patrimonio de la Fábrica de Loza de San Claudio".
Fernández Gutiérrez catalogó durante un año junto a Roberto Álvarez Espinedo todo lo que había en el interior de las instalaciones fabriles de San Claudio. En total se registraron 9.726 piezas entre las que había moldes, matrices y modelos, "todo lo que sirvió para fabricar todas las piezas que se hicieron en San Claudio durante más de cien años". "Se catalogó allí pero luego la producción se trasladó a Marruecos, es impresionante pero ahora la loza de San Claudio se fabrica en Marruecos", explicó la experta.
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Ese detallado estudio, encargado por el servicio de patrimonio del Principado, tenía por objetivo la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) algo que no se logró por cuestiones judiciales así que se creó una nueva figura de inventario de patrimonio cultural de Asturias, "aún así no hubo ni mantenimiento ni custodia" de todo lo que había en San Claudio.
María Fernanda Fernández destacó que la loza de San Claudio "fue el objeto industrial que estuvo en todas las casas de Asturias, una de las marcas mejor posicionadas". Como ejemplo puso que "en El Corte Inglés de Madrid había expositores de loza de San Claudio". Por eso entiende que "aún quedan posibilidades" porque "la imagen de marca es tan fuerte y tan vinculada a Asturias que es una pena que se pierda".
Eso sí, insistió, "no valen las ocurrencias".
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El "levantamiento arqueológico" de la loza de San Claudio
Artículo de D. Lumbreras para El Comercio
En la fábrica de loza de san Claudio, en activo desde 1901 hasta 2008, había un conjunto industrial que «se ha quebrado para siempre», pero algo aún pervive: cómo se ha salvado del naufragio parte de ese patrimonio es lo que desgranaron ayer en una conferencia en el Museo Arqueológico el archivero Ángel Antonio Argüelles y la historiadora María Fernanda Fernández. Esta definió la vieja factoría como «un espacio único», tanto en Asturias como en España: no se conservaba en ninguna parte, hasta el cierre, una empresa similar con tanto material de tanto tiempo.
Argüelles explicó cómo accedió a San Claudio en 2001, en los últimos años de la polémica gestión de Álvaro Ruiz de Alda, con un declive ya irremediable. Hallaron un archivo «ruinoso» que se empleaba de trastero, con partes de suelo que habían cedido, en el que habían entrado las palomas y lleno de trastos en completo «desorden». Allí encontraron «un poco de todo» y con ello lograron hacer una primera aproximación de lo que había, un censo-guía.
La situación económica en la fábrica siguió deteriorándose. Entonces el Ayuntamiento, a instancias de los trabajadores, intentó que fuese declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Un juzgado obligó a la propiedad a permitir la entrada de Fernández, quien junto a su marido Roberto Álvarez, elaboró dos informes. El primero se dedicaba al «espacio industrial», mayor al principio del que conocemos, porque, sin dejar de hacer siempre loza feldespática se fue transformando y adaptándose a las innovaciones, y ahí radica «su mayor interés».
A continuación, en unas condiciones complicadas por la falta de apoyo del propietario, la historiadora y su marido hicieron prácticamente un «levantamiento arqueológico». Sin desplazarlas, y valiéndose de la ayuda de una vieja libreta y de los diseñadores, catalogaron 9.726 piezas con las que se elaboraba la loza: moldes, matrices y modelos de colección desde 1902. «El expediente debería haber alcanzado» el grado de BIC «sin ningún genero de duda», lamentó la historiadora. Un trabajo que, explicó, fue «muy emocionante» y que le sigue interesando. Falta por escribir la historia humana; saber, por ejemplo, que al principio había mayoría de obreras.
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