Legazpi se recupera del susto tras ver su Mercado en llamas
Artículo de Madrid Diario
El fuego se propagó con rapidez. El personal de vigilancia se percató de la magnitud de las llamas cuando estas ya arrasaban con varios puestos abiertos en la planta alta. Peor suerte corrieron los encerraderos de embalajes; hasta 14 ardieron la tarde del 25 de julio de 1951. Cuando se dio aviso a los bomberos, el humo había inundado las dependencias del antiguo Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi, eje central de los abastos relativos a la huerta en Madrid.
Al día siguiente se recobraba la normalidad, pero no se hablaba de otro asunto en la capital. Muchos vecinos se acercaron a comprobar las consecuencias del suceso, pero no quedaba apenas rastro con el que saciar su curiosidad. La tarde anterior, hasta siete tanques y dos coches motobombas del servicio de bomberos se habían desplazado hasta la Plaza de Legazpi, en Arganzuela, para sofocar el fuego. La falta de presión en las cañerías dificultó su actuación, pero la cercanía del río Manzanares, que ejerce como frontera natural del recinto, ayudó a solventar el contratiempo.
Cerca de 150.000 litros fueron necesarios para la extinción completa del incendio, que se prolongó durante más de seis horas; desde las dos del mediodía hasta las ocho de la tarde. Por fortuna, tan solo se lamentaron daños materiales. Alrededor de 300.000 pesetas en pérdidas, calculaban el 26 de julio personas vinculadas a la industria de la zona.
A pesar de la virulencia de las llamas, el resultado podría haber sido mucho más desastroso de no ser por la planificación con la que la instalación había sido concebida. Los arquitectos Francisco Javier Ferrero y Alfonso Peña Boeuf lo había proyectado como un espacio en el que primaba la funcionalidad, tomando en consideración sobremanera la luz, la limpieza y la ventilación del edificio.
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Su construcción supuso una revolución en la tipología de edificiaciones tanto en el aspecto funcional como en el arquitectónico, ambos pulidos por Ferrero en el desaparecido Mercado de Olavide y en los Centrales de Pescados. Para el de Legazpi, levantado entre 1927 y 1935, diseñó una manzana triangular abierta por un vértice que daba acceso a la plaza central. Sin duda, una innovación manifiesta para la época en la ciudad que aunaba practicidad.
"La sencillez ha presidido la ordenación y construcción de los nuevos mercados, hasta el punto que ha roto con todos los viejos moldes, dando lugar a una orientación fuertemente original… Aun los más modernos y más perfectos mercados del extranjero no han podido desprenderse de la magnificencia… Los madrileños se han edificado no para el asombro del público, sino para su servicio", explicó el propio arquitecto al respecto.
Su inauguración el 23 de abril de 1935 trajo aparejado un crecimiento demográfico muy significativo en la zona de Antonio López y Marcelo Usera, donde se instalaron infraviviendas con familias de clase obrera. La expansión del barrio propició que el 1 de marzo de 1951 se abriera al público la prolongación de la Línea 3 de Metro desde Delicias hasta Legazpi, tan solo cuatro meses antes del incendio.
De exitoso Mercado a ¿?
El Mercado Central de Frutas y Verduras prosiguió con su actividad hasta 1983, fecha en la que echó el cierre definitvo después de su progresivo abandono. En 2007, la Alcaldía presidida por Alberto Ruiz Gallardón presentó un proyecto para convertir las instalaciones en las oficinas del área de Urbanismo del Consistorio, pero el plan nunca se ejecutó. Más tarde se estudiaron otros usos alternativos, como el de un intercambiador de transporte o un mercado gourmet, spa y centro comercial.
Sin embargo, tampoco fructificaron, principalmente por la oposición vecinal, que siempre ha defendido tanto la conservación del inmueble como la gestión ciudadana del mismo. El Gobierno de Ahora Madrid decidió reconvertir este espacio en oficinas municipales combinadas con los demandados espacios de gestión ciudadana. En 2017 se iniciaron las obras para acometer los trabajos previos y un año más tarde las mismas fueron adjudicadas. En la actualidad, la maquinaria sigue trabajando aunque el destino del inmueble no parece estar del todo claro.
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