El Museo del Ferrocarril pone en marcha nueva estación
Artículo de M. F. Antuña para El Comercio
Aunque ya quedaba muy poco, al Museo del Ferrocarril de Asturias el virus le ha pillado con las obras sin finalizar. Y está obligado, pues, a retrasar su reapertura, que iba a llegar cargada de sorpresas. La principal, una nueva estación, la del Natahoyo (así la quieren llamar) de la que partirá un tren minero a través de una vía de 60 centímetros a la que podrá acceder el público cuando se pongan las locomotoras a funcionar. Antes había un solo recorrido; cuando se retome la actividad serán dos.
No ha sido fácil crear esta vía del siglo pasado en pleno XXI. Ahora los ingenieros diseñan trazados y vías de AVE, pero hubo un tiempo en que los trenes mineros los hacían los camineros. Y a ese viejo y noble oficio se ha tenido que recurrir, a través del trabajo de los voluntarios de la Asociación de Amigos del Museo, para crear unos 300 metros de vía férrea a la antigua usanza. Pura artesanía de principio a fin, como explica Javier Fernández, director del equipamiento, que solo tiene agradecimientos para todos esos apasionados del ferrocarril que lo han hecho posible.
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El museo, que cerró sus puertas en octubre fundamentalmente para afrontar la renovación de la cubierta, tenía previsto abrir a finales del mes pasado o principios de este. Cuando empezó la crisis del coronavirus quedaban ya pocos remates y estaba lista la sorpresa de la nueva estación en el pabellón polivalente: «Es un acceso nuevo a la nave, una nueva estación», relata Javier Fernández, quien explica que ese espacio tendrá algunos de los elementos de cualquier estación que se precie, como el inevitable e imprescindible reloj, pero sobre todo tendrá su vía de trenecito minero. «Se ha hecho un trabajo sin maquinaria, todo a mano, que se había perdido completamente», anota. Y añade: «Para poder instalar esta vía hemos contado con la colaboración de gente jubilada que trabajó en la mina, que nos ha ido diciendo cómo hacer las cosas y han hecho una labor maravillosa, por amor al arte y al museo». Manual Cañamero, Rafael Cima y José Antonio González son tres de los artífices del milagro. Y es justo y necesario destacar ese afán, porque este tipo de colaboraciones son una manera clave de recuperar ese patrimonio que va más allá de los objetos y se adentra, como en este caso, en no olvidar cómo se laboraba antaño, cuando en las minas los ferrocarriles eran transporte fundamental.
En la obra se han utilizado materiales nuevos y antiguos. «El diseño lo hizo un ingeniero el año pasado y hemos usado carriles que teníamos en el museo, los tirafondos son también recuperados, las traviesas son nuevas... Hacer una vía es muy fácil, se compone carriles, traviesas y la piedra por debajo», relata.
Ya se han hecho pruebas con locomotoras y los aproximadamente 300 metros de recorrido a los que se invitará a subirse a los visitantes cuando se pongan los trenes a funcionar en las jornadas del vapor están listos. Hay locomotoras esperando su momento para partir y arribar a Gijón-Natahoyo, justo en el sentido inverso en el que viajará el otro tren, que sale de la antigua estación del Norte, el espacio central del museo.
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