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León. El molino de Concepción Arenal que hundió la ruina del tiempo.

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Autora artículo: Cristina Fanjul en Diario de León

«En la villa de Sahagún a a tres de agosto de 1879, ante mí, don Antonio de Prado, notario del Colegio de Valladolid, vecino y con residencia en cita población, comparecen de una parte en señor don Fernando García , vecino e ingeniero del puerto de Gijón, en concepto de apoderado de su señora madre, Doña María Concepción Arenal... y de la otra don Salvador Vázquez, vecino de Villamartín de Don Sancho, molinero de edad de 40 años... para formalizar la presente escritura de compraventa de un molino harinero en el término de dicho pueblo...»

Fernando Gil es el propietario de esta escritura, uno de los poquísimos documentos que se conservan de este pueblo de León que, hace más de cien años, fue espectador callado de la infancia de la primera activista social de la historia de España. «Hoy, ese molino no es más que una amalgama de ladrillos, madera y barro que sirve de pedestal a las cuatro paredes que, en medio de la nada, desafían al tiempo y al abandono», destaca Gil, que explica que el inmueble perteneció a finales de 1700 a Ángel del Arenal y Cuesta, un abogado que colgó la toga para hacerse militar durante la guerra de la Independencia, distinguiéndose por su patriotismo, talento e ilustración hasta que sus ideas liberales le llevaron a la cárcel, muriendo con apenas 39 años. Fue su hija la que lo heredó, vendiéndolo años después. Se desconoce el tiempo que la escritora y abogada pudo pasar en la localidad, si bien las características del molino hacen pensar que pudieron ser largas.

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Y es que el molino incluía 56 pies de chopo y 27 de paleras. El edificio constaba de un solo piso con cocina, dormitorio, panera, cuadra y otras oficinas en una superficie de 234 metros cuadrados y se compone de «artefacto de limpia», dos piedras harineras, una francesa y otra rastrera con sus útiles correspondientes para su uso y movimiento. El documento también destaca que la finca lindaba a oriente, mediodía y poniente con terreno o campo concejil y norte con terreno de la propia Concepción Arenal valorados en 6.500 pesetas. La propiedad constaba además de una huerta «de cabida de cuatro celemines», con un precio de 500 pesetas, una de un celemín (300 pesetas) y una tierra «donde llamar el tomillar de ocho celemines» (200 pesetas).

Vinculación a la ILE
No se queda ahí la relación de Concepción Arenal con León. De hecho, mantuvo una estrecha vinculación a Gumersindo de Azcárate, con quien compartió la adopción de medidas fundamentadas en acciones humanas generosas por parte de los patronos y en una actitud moderada de los obreros. Conocida es la biografía intelectual de Concepción Arenal. Fue una pionera en la presencia de las mujeres en la Universidad, acudiendo ella misma a la facultad de Derecho vestida de hombre. Sus ideas feministas y heterodoxas le permitieron introducirse en el círculo de la ILE, desde cuyo boletín propugnó su ideario intelectual junto a autores de la talla de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Ramón Menéndez Pidal, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Santiago Ramón y Cajal o Miguel de Unamuno. Su proximidad al krausismo la llevó a clamar contra la injusticia social, de manera sobresaliente en los relativo a la marginación de la mujer y a sus críticas al sistema penitenciario. En este sentido cabe destaca su Manual del visitador del preso, traducido a casi todos los idiomas europeos.

La historia del molino de Concepción Arenal corre pareja a la de los cientos que poblaron la provincia. Y es que en poco más de un siglo, León ha perdido más de 1.300 molinos. La Universidad de Valladolid, por encargo de la Junta, realizó el inventario de bienes industriales de la provincia de León, donde están incluidos los 700 molinos que han conseguido sobrevivir, de los que solo un pequeñísimo porcentaje aún funciona.

A finales del XIX y principios del XX llegaron a contabilizarse más de 2.000 de estos ingenios hidráulicos —aproximadamente el 12 por ciento de todo el país—. La mayoría de los que se salvaron están en ruina o han sido reconvertidos para otros usos, principalmente, turísticos y hoteleros. Curiosamente, desde el punto de vista de la tipología edificatoria, en León hay dos tipos de construcciones: en las zonas de montaña suelen ser edificios pequeños y básicos, donde predominan la piedra y la pizarra; por el contrario, en las comarcas llanas, donde los cauces de los molinos dependían muchas veces de sistemas de presas o, sencillamente, eran más caudalosos, son más señoriales, de dos o más plantas, y materiales constructivos de mayor calidad.

Destaca Javier Revilla que en el siglo XIX León era en el siglo XIX la provincia española con un mayor número de molinos (unos 2.000). Al contrario de lo que se pudiera suponer, esto no dio pasó a una concentración de fábricas harineras: no hubo una apuesta real por la renovación progresiva de utillajes o cambios en su sistema económico de gestión. A pesar del surgimiento de estas industrias (se constatan 37 bienes de este tipo en el inventario, algunas de características magníficas) hay un mantenimiento de los molinos (hasta 7 centenares existen en la actualidad en mayor o menor grado de conservación).


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