El molino harinero de Illueca saca a la luz sus tesoros.
Artículo de Pilar López Rojo para Heraldo
El Consistorio illuecano trabaja desde 2017, en fases, en la recuperación del molinero harinero del municipio, que data de los siglos XVII y XVIII. Esta histórica edificación corría el riesgo de desaparecer por su precario estado de conservación y se pretende que los más jóvenes y los niños conozcan la historia que encierra.
"El molino del Conde se localiza en las inmediaciones de la Vía Verde que se creó en la localidad hace unos años, una zona muy transitada. Por eso consideramos que había que poner en valor este edificio, que representa la historia de los vecinos cuando iban allí con su grano para molerlo y poder hacer pan, un alimento básico para la población", apunta el alcalde de Illueca, Ignacio Herrero.
Se ha contado con el asesoramiento del historiador y arqueólogo, José Luis Ona, que hizo un análisis previo con la intención de conservar al máximo los detalles y aspectos más notorios de la edificación.
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Tras una primera fase de consolidación para evitar el colapso del inmueble, en la segunda intervención se ha actuado en el interior, prácticamente arruinado. "Han salido a la luz los cárcavos por donde salía el agua que recibía de la balsa y también se han rescatado varios elementos de la maquinaria del molino", apunta Herrero.
Se han solventado los problemas de humedad en el interior y se ha colocado un firme de ladrillo de la época, además de sanearse las paredes del interior.
Para llevar a cabo estas últimas actuaciones, el Consistorio illuecano ha destinado 26.000 euros a través de fondos concedidos por la DPZ. La intención del Consistorio es continuar con las obras para poder convertirlo en un "modesto y sencillo" centro de interpretación en el que se divulgue su historia y su cometido desde un punto de vista didáctico y turístico.
El molino harinero, al igual que el castillo-palacio de Illueca, perteneció al Conde de Argillo y finalmente la familia Bordiú Nava lo cedió al pueblo. Al igual que ocurría con otras localidades era un símbolo de poder y riqueza, propiedad del señor feudal.
Posteriormente esta infraestructura hidráulica también serviría para explotar las aguas con fines industriales, dado que en el siglo XIX la economía illuecana ya se basaba en la industria textil con la fabricación de paños.
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