Artículo de Pilar Infiesta en Diario de León
La emblemática harinera Santiago Alfageme y Cía, erigida sobre una parcela de 17.000 metros cuadrados en el linde de León y San Andrés, se está deshaciendo con cizallas, sopletes y dos excavadoras, aparentemente, con la misma facilidad que el cereal que comenzó a moler y ensacar hace 169 años. La fábrica soñada por el catalán Antonio Jover y el asturiano José Domingo Salcedo en 1845, que recibió un gran impulso con los Alfageme el pasado siglo y se convirtió en referente del sector, quedará en menos de un mes reducida a escombros.
En la demolición participan tres empresas, la propietaria (Termoracama), que se encargará del edificio noble de seis pisos en los próximos días, la ingeniería leonesa Oxigenio Montajes S.L., que ya ha retirado 3.000 metros cuadrados de cubiertas con amianto de los tejados, y Angema Demoliciones. Según calculan, la gigantesca obra para borrar un símbolo de la arquitectura industrial leonesa cuesta 400.000 euros, aunque la venta o reutilización de las 12.000 toneladas de ladrillos y escombros que se obtendrán con el derribo, junto con el fibrocemento y las 200 toneladas de hierro de los silos y almacenes aligerarán ese coste. Algunos de los edificios conservan espectaculares arquerías interiores de ladrillo que desaparecerán, y curiosos accesos directos para los trenes que cargaban la harina y descargaban el trigo. De la aniquilación sólo se libran los muros, atavías y compuertas del conjunto hidráulico sobre la acequia que sangra el Bernesga, los arcos del molino primitivo y la zona donde se ubicaban las antiguas turbinas y generadores (robadas hace años). También, de momento, se mantendrá la chimenea de 25 metros de altura construida en 1904 al importar una máquina de vapor que pretendía suplir las carencias de energía cuando el cauce trajera poca agua. La culpable: una cigüeña que anida en la cima y que, tras negociaciones con el servicio territorial de Medio Ambiente, se respetará durante el periodo de cría hasta el 1 de agosto.
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La hoja de ruta para eliminar la harinera va cumpliendo sus pasos. Tras la descontaminación de las cubiertas se están demoliendo los edificios metálicos de hasta 24 metros de altura adosados al principal, antes de acometer ese desgüace de arriba a abajo. Todo el material que va saliendo se procesa sobre el terreno y se separan plásticos, gomas e inertes. Los dueños prevén recuperar después el fondo de la presa y limpiarla, y dejar como un puente los tres ojos del molino.
El conjunto, que se ofreció a una gran superficie comercial, al Ayuntamiento de León y a hoteles, se derriba «para evitar males mayores», asegura Termoracama, ya que decenas de personas se aventuran a penetrar en estas gigantescas instalaciones en busca de cobre, motores, hierros y hasta vigas. Las instalaciones presentan un «elevado estado de deterioro» tras dos décadas de abandono, lo que «las convierte en peligrosas», indican. Así, el emplazamiento harinero más interesante de la provincia, por ser la factoria documentada más antigua y por su larga explotación, desde mediados del siglo XIX hasta finales del XX, desaparecerá y sus piezas renacerán en carrocerías de vehículos y viviendas. El Ayuntamiento de León, que no protegió este edificio en su PGOU, tampoco ha querido ahora hacerse cargo del inmueble por la situación económica que atraviesa.