El rescate de la concesión minera de Fontao retoma su puesta en valor.
La mina de Fontao, en Vila de Cruces, vuelve a entrar en ebullición, aunque ahora solo sea social. Detrás de esta nueva efervescencia está el interés en la puesta en valor de este patrimonio, retomar el proyecto del parque temático. La exposición pública del plan de ordenación (PXOM) cruceño propició un movimiento en las redes, dinamizado por Diego Casal, ingeniero de Minas y ex director del Museo de Fontao, reclamando al alcalde, Jesús Otero, y al Concello la protección de este patrimonio.
Piden «la inclusión de un inventario completo y actualizado del conjunto de edificios, instalaciones y labores mineras de Fontao en el PXOM». Respaldando las alegaciones están organismos de referencia como Ticcih-España (Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial) o Buxa (Asociación Galega del Patrimonio Industrial).
La pelota está ahora en manos del gobierno cruceño, que deberá decir si mantiene o no la «desprotección» denunciada, y en manos de lo que recojan los informes sectoriales pendientes como el de Patrimonio.
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El movimiento busca la protección a la espera de tiempos políticos y económicos apropiados para hacer el parque y evitar que una piqueta o el deterioro pueda llevarse por delante instalaciones emblemáticas y un paisaje industrial único y, con él, la historia de un espacio activo entre 1886 y 1974, que además del mineral extraído dejó la memoria del wólfram y del estaño, del trabajo y de la represión, de la riqueza y del despilfarro, y fue referente como Far West dezano.
La mina es propiedad privada del Grupo GCL, de la familia Cort, con concesión de derechos hasta el año 2067. Son dos concesiones a una de las empresas del grupo, Oberón SA, las que albergan el patrimonio a proteger: Sidón, con 18 hectáreas, y Sidón Pequeña, con 6 hectáreas. Las concesiones datan, respectivamente, para wolframio y estaño, de 1888 y 1893, y están agotadas.
La ebullición social proteccionista estaba solapando un hecho que da un vuelco completo a la situación del proyecto del parque cautivo por los prolongados derechos. La Consellería de Economía e Industria remitió un requerimiento a la empresa, en febrero, reclamándole que «de non cumplir con determinadas obrigas no prazo de seis meses e reiniciar os traballos se procederá á caducidade dos dereitos que ten na zona». Industria dice que es un «procedemento habitual» y enmarcado en el constante trabajo de ordenación de los derechos históricos. Procede, tras análisis y revisiones, a dar caducidad, entre otros, a «aqueles que non estaban sendo utilizados» que es el caso de Fontao para el Gobierno autonómico.
Este procedimiento administrativo cambia los tiempos en Fontao. Si caducan los derechos, porque volver a explotarla parece una utopía, la empresa deberá hacer un plan de cierre de la mina. Habrá costes elevados. El escenario será propicio para una negociación en condiciones más ventajosas para la administración para hacerse con ese espacio. Y a eso es a lo que se agarra el propio alcalde cruceño, Jesús Otero, a la hora de dilatar la protección de la mina. Asegura que «farei o que indiquen os técnicos, eu son político» y prefiere no poner más elementos de distancia con la empresa concesionaria para favorecer las negociones que cree que debe canalizar la Xunta, porque Cruces «non está en condicións de afrontar económicamente» el proyecto do parque temático. Valora que cuando la Xunta estime que tiene recursos será momento de sectorizar y proteger el espacio. Considera que el movimiento social refuerza su petición histórica del parque minero y ya no la puede ver la Administración como «un capricho de alcalde».
Por contra, Diego Casal reitera que el regidor debe rectificar, y que proteger ese patrimonio refuerza la negociación. Es una ocasión histórica de poner en valor el espacio que podría no repetirse, sentencia.
Un patrimonio material e inmaterial sin parangón
Ticcih-España, referente internacional en conservación del patrimonio industrial, incluye las minas de Fontao entre los cien elementos de ese tipo en España, y en su congreso de Ferrol en el 2009 situó este espacio entre los once que están en peligro por falta de definición de su conservación. En ese foro, el ingeniero Enrique Orche, autor de un anteproyecto de parque temático de Fontao, defendió que su gran valor reside en que en un territorio muy limitado están todos los elementos básicos de una explotación: las minas, sus instalaciones, edificios auxiliares y el poblado, algo que no se halla concentrado en otras partes de España. Además, pese al deterioro y vandalismo, sigue siendo un patrimonio bien conservado. El reciente Mapa del Patrimonio Minero de Galicia también incluye Fontao.
El anteproyecto de parque minero de Galicia incluía un inventario de bienes muy amplio. Algunos ya fueron recuperados en la restauración del poblado: cine, iglesia, escuelas y viviendas. Recoge también, entre otros bienes, las galerías 400 y 375 con más de 200 metros recuperables en cada una, la explotación a cielo abierto, bocamina, casas de servicios, central térmica, hospitalillo, guardería, espacios de martillos, de cabrestante, de compresores y distribución eléctrica, lavadero viejo y nuevo, taller mecánico, planta de separación electromagnética y flotación, planta metalúrgica y laboratorio, diversas balsas y abundante equipamiento e instrumentación.
En estas instalaciones se planteaba, tras la puesta en valor, hacer itinerarios, en el anteproyecto del 2001 y en el plan director del 2007, que insistía más en aspectos inmateriales como recoger memoria de la población y referencias de material como las fichas de los trabajadores, en casos, prisioneros de guerra.
El Museo da Minería de Fontao no ha abierto desde que se inauguró en el 2012
En Fontao hasta el 2000 había un pueblo fantasma, el poblado construido por la empresa minera para los trabajadores con todo tipo de dotación de inmuebles de uso social, escuelas, cine, iglesia... La Xunta adquirió entonces por 940.000 euros los terrenos y las construcciones. En el 2005 el propio Fraga inauguró las 79 viviendas que colonizaron el lugar con más de 200 personas. Los edificios de uso dotacional seguirían en estado de abandono hasta el 2008 en que la Xunta programó su rehabilitación en una fase del plan director integral para toda la zona minera. Restauración de edificios, urbanización y equipamiento supuso más de dos millones de euros, cuyo 80% cubrieron los fondos europeos Feder. Con esas obras nació la estructura del Museo da Minería, que es a su vez la base del parque temático planeado para una segunda fase con negociaciones con la empresa propietaria de las minas.
El valor patrimonial del poblado es elevado. La Fundación Docomomo, que inventaría, divulga y protege el patrimonio arquitectónico del movimiento moderno en la Península, lo destaca entre 30 contrucciones gallegas, así como a sus arquitectos Joaquín Basilio Bas y César Cort Gómez Tortosa. Y dentro del poblado, sobresale el diseño de la iglesia.
La iglesia se acondiciona como base del museo y se complementa con el local del cine, con uso principal como auditorio con 170 butacas, y las escuelas como salas y usos sociales, además del espacio exterior como museo al aire libre. Es el eslabón de arranque para el futuro gran parque temático con el patrimonio de las minas. Poco más de año y medio duró el empeño inicial y las sucesivas fechas de anuncio de próxima apertura. Fue el tiempo en que Diego Casal, ingeniero de minas y profundo conocedor del espacio y de las gentes, accede a la dirección de modo altruista y se vuelca en dotar de colecciones y material el museo, logra generar movimientos importantes de visitas y establece canales de apoyo institucional, de empresas y de particulares. Lo había presentado el alcalde, Jesús Otero, en enero del 2012 pero en septiembre del 2013 el ingeniero renunció al puesto considerando que no recibía «ni el más mínimo apoyo del Concello, cansado de remar contra corriente», había declarado.
Sin Casal queda descabezado el proyecto, el Concello sin margen de maniobra, y disparadas las alertas de peligro por la exigencia de tener que abrir las instalaciones al haber usado dinero de la UE. Además, el museo no acaba de tramitar su reconocimiento como tal y sus fondos merman o están sin acabar de catalogar o ya no están -como es el caso de una colección de lámparas cedida a Casal por un particular asturiano y ya devuelta-. El ex director no garantizaba su seguridad y teme que «lo que queda, disperso, se expone a condiciones duras de humedad y dejadez municipal».
Queda en el museo la colección cedida por el Concello de Lalín del legado del geólogo Dirk Hilgen que incluye siete microscopios, cajas con tipologías de rocas, diarios, material de campo y hasta correspondencia con Vidal Romaní y Parga Pondal. También existe otra colección de 200 piezas de mina y de laboratorio cedidas por la Xunta.
Iba a abrir hace dos años y sigue cerrado aunque cuenta con ordenanza y tasa: cuando lo haga, la entrada costará 3 euros.
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En este marco de museo fantasma, como en su día el poblado, el alcalde inició gira por media docena de despachos de Xunta y Diputación buscando apoyo para el arranque. Considera que es un patrimonio cedido al Concello pero de interés autonómico, y que por eso deben implicarse. La entrevista más importante, con el conselleiro de Industria, se pospuso para después de las elecciones: hablarán del apoyo al museo y seguramente también del futuro parque y de la protección del patrimonio minero.
Las urgencias mayores son lograr financiación para que alguien pueda hacer la catalogación y quien atienda el museo. La apertura no se ve a corto plazo. El regidor habla de autofinanciación municipal en dos años si en estos cuenta con apoyo institucional para activarlo y vuelve a achacar a la escasez de recursos la lentitud en el arranque de un museo llamado a ser corazón del gran parque temático de Fontao.