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Noticias sobre Patrimonio Industrial

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Álava
De Andrés presenta el Valle Salado como "un proceso vivo" y destaca su valor "evolutivo"
Un mes después de que el informe negativo de los expertos de Icomos pusiera fin, por ahora, a las aspiraciones del Valle Salado de convertirse en Patrimonio Mundial de la Humanidad, el diputado general reiteró su respaldo al proyecto iniciado para su recuperación –así como su «total confianza» en el equipo gestor– y volvió a mostrar sus discrepancias con algunas de las conclusiones incluidas en el documento que impidió a este imponente paisaje llegar a la evaluación definitiva de la Unesco. Porque en ese primer análisis «se apelaba a la palabra reconstrucción en cuatro ocasiones» para explicar que las Salinas de Añana se habían saltado «los criterios básicos de integridad y autenticidad». Ese calificativo, recalcó ayer Javier de Andrés en su comparecencia ante las Juntas Generales, fue la «condena» de este yacimiento.

«No hay reconstrucción ni ahora ni dentro de veinte años. Hay que interpretar el Valle Salado como un paisaje evolutivo, como un proceso vivo y ése es su valor monumental», describió el diputado general antes de advertir de que los organismos culturales debaten hoy en esta línea, «sobre considerar o no Patrimonio de la Humanidad algo que ha tenido cambios a lo largo de su historia». «Nadie puede esperar encontrarse las eras que levantaron los romanos en el año cero», comentó. De Andrés, que acudió a la comisión acompañado de la titular foral de Cultura, Icíar Lamarain, fijó parte de sus esperanzas para que las salinas alavesas puedan entrar en un futuro en la carrera por lograr la medalla de la Unesco en la próxima celebración de un congreso internacional en Vitoria donde, precisamente, profesionales del sector hablen sobre el significado de «autenticidad» en este tipo de bienes.

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A su juicio, el Valle Salado posee esa marca porque «nunca hubo una ruina total» de aquel legado romano que obligara a su reconstrucción sino «una pérdida de uso hasta puntos mínimos» donde, eso sí, «hubo un hilo de vida» que aseguró su supervivencia hasta el renovado esplendor que ahora experimenta. Los grupos junteros le recriminaron en este punto que la Diputación hubiera orientado el proyecto hacia la atracción de visitantes. «Nos hemos ido apartando del plan director y ahora hemos recogido lo que sembramos. En estos últimos se ha ido más allá de lo equilibrado hacia la parte turística, que debería ser un apéndice y no la parte central», se quejó Lorena López de Lacalle, procuradora de EH Bildu, la única formación que mantuvo ayer su petición de comparecencia a De Andrés y Lamarain. «No me arrepiento del trabajo realizado», le respondió el diputado general a esta reclamación.

Piden responsabilidades
En la misma comisión Juan Ignacio Lasagabaster, responsable foral de Patrimonio, rechazó las acusaciones de los independentistas y aclaró que los pasos dados hasta ahora acatan el plan director ideado para las Salinas de Añana. «Ahora hay que encontrar el camino que corresponde», propuso. Para Pedro Elosegi (PNV), el proyecto para este paisaje debe funcionar como «un medio para la recuperación integral social y económica» de la zona, mientras que Cristina González (PSE) se fijó en el cambio de gestión al frente del Valle Salado como punto de inflexión. «Ha influido negativamente en el informe del Icomos, como así se ha puesto de manifiesto, y todavía en la Diputación nadie asume su responsabilidad», criticó la juntera socialista. Por su parte, Nerea Gálvez manifestó su «reconocimiento público a quienes han trabajado» en el Valle Salado. De Andrés insistió en la «voluntad» de continuar con la iniciativa. «La candidatura nunca estuvo en un primer plano», señaló, sólo fue «un altavoz».
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Alcoy
Un espectacular incendio en una antigua fábrica textil desata la alarma en Alcoy.
Un espectacular incendio de una antigua fábrica textil desencadenó ayer la alarma en Alcoy. El fuego destruyó tres de las cinco naves de la desaparecida empresa Novedades Textiles, situada justo debajo del puente de San Jorge, provocando una densa humareda que era perfectamente visible desde todo el casco urbano de la ciudad. Los vecinos de las casas próximas tuvieron que atrancar puertas y ventanas para evitar que el humo entrase en sus viviendas, al tiempo que se tuvo que cortar una de las aceras del puente para evitar problemas a los peatones. Tres vehículos de bomberos con trece efectivos, asistidos por la Policía Local y Nacional, participaron en las tareas de extinción.

El incendio comenzó por causas desconocidas poco después de la una y media de la tarde, adquiriendo de inmediato unas enormes proporciones. El fuego, ayudado por la materia textil que todavía continuaba en el interior de las naves y por la estructura de madera, se propagó con inusitada rapidez, provocando una densa y oscura humareda que generó la alarma entre los cuerpos de seguridad y los ciudadanos en general. La mayor parte del techo de la fábrica, además, se vino abajo en pocos minutos.

Hasta el lugar de los hechos se desplazaron cuatro camiones de bomberos procedentes de los parques de Cocentaina e Ibi con un total de trece efectivos, así como agentes tanto de la Policía Local como Nacional. También acudió el alcalde, Antonio Francés, y el concejal de Seguridad Ciudadana, Natxo Gómez, para interesarse acerca de lo que estaba sucediendo.

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La densa humareda obligó a los vecinos de los bloques de viviendas más próximos, fundamentalmente del edificio situado justo al lado del puente, a atrancar puertas y ventanas. Mientras tanto, una auténtica multitud de curiosos se concentraba en la acera del viaducto más próxima al incendio para presenciar la evolución de las llamas y captar fotografías con sus móviles, lo cual llevó a la Policía Local a cortarla hasta que se disipó el humo.

Los bomberos lograron rebajar la intensidad de las llamas y acotar el perímetro, si bien el fuego continuó consumiendo el interior de las tres naves afectadas de una manera controlada favorecido por el material textil que allí se hallaba acumulado. Un retén tenía previsto permanecer en la zona durante toda la noche.

SOBRESALTO
Los curiosos se agolpan sobre la plataforma del puente
El incendio se llevó ayer por delante tres de las cinco naves de la antigua empresa Novedades Textiles, las cuáles ya se encontraban en un evidente estado de abandono. Aparte de las pérdidas materiales, el suceso desencadenó la alarma tanto entre los cuerpos de seguridad como entre los ciudadanos. Numerosos curiosos se concentraron en el puente de San Jorge ante la densa columna de humo para percatarse de lo sucedido, mientras los bomberos hacían frente al fuego.
*Esta noticia tiene un video
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Asturias
La mina de los obreros se hace museo
El Museo del Movimiento Obrero -un equipamiento emplazado en las instalaciones del antiguo pozo San Vicente que pasará a completar los contenidos del Museo de la Minería (Mumi)- no sólo atraerá al visitante por sus contenidos. La propia instalación (reconstruida casi por completo por una escuela taller de Fucomi en 2002) es un reclamo en si misma por su valor histórico. El pozo San Vicente, que este verano será reabierto como equipamiento museístico, funcionó más de una década como símbolo de autogestión obrera, desde 1926 y hasta que la Guerra Civil frustró la experiencia. La mina fue explotada durante esos diez años por el SOMA (en una iniciativa pionera en España), lo que sirvió para llevar a la práctica los postulados ideológicos del sindicato y demostró que los obreros podían administrar de forma eficaz los medios de producción.

Todo empezó en 1916. Ese año, Carbones de San Vicente se inscribió en el registro como la sociedad mercantil encargada de la explotación de la mina del mismo nombre. El terreno en el que se ubica el yacimiento es geológicamente complejo con más pliegues de lo habitual y abundante grisú, y con importantes defectos estructurales en sus instalaciones. Todo ello llevó a que entrara en una importante crisis en 1925. El problema se agravó por el impago de salarios y la amenaza de huelga. El SOMA, ante el peligro de quiebra y de dejar sin trabajo a unos 200 mineros, dejó a un lado los paros y otorgó un préstamo de 95.000 pesetas al patrón para mantener la actividad y pagar los atrasos. El aval era la propia mina.

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Los problemas no se arreglaron y continuaron los impagos. El patrón se marchó con el dinero con lo que la mina quedó en manos del SOMA, liderado entonces por Manuel Llaneza. El sindicato se vio forzado a asumir la concesión y la gestión de la explotación en enero de 1926. Los fallos estructurales del yacimiento (dimensiones de la caña, desnivel del cargadero o ventilación insuficiente) y la deuda hicieron que las cosas se complicaran desde un principio, aunque el Gobierno de Primo de Rivera apoyó al SOMA, concediéndole un préstamo para pagar los salarios atrasados y sanear las cuentas del pozo. Además, en 1927, el Estado se hizo cargo de la producción (unas 4.000 toneladas mensuales) para destinarla principalmente a los barcos de la Marina.

A partir de ese momento, los trabajadores de San Vicente pasaron a ser los mejores pagados de las Cuencas y su jornada laboral era la más reducida. En 1927 se produjo un negro episodio cuando Ramón Gutiérrez, que colaboraba con la prensa comunista y que meses atrás había sido despedido, mató a tiros a un vigilante de la mina, José Iglesias, e hirió al director de los trabajos de interior, Belarmino Tomás, que años después jugaría un destacado papel político y sindical en la región. Varios disparos acabaron con la vida de Iglesias, mientras que Belarmino Tomás resultó herido en un brazo. El funeral de Iglesias también resultó accidentado ya que, al paso del la multitud que acompaba el féretro por el puente de La Oscura camino del cementerio, los cables de sujeción de la estructura colgante cedieron y unas 600 personas cayeron al agua. No hubo heridos graves.

La mina San Vicente siguió funcionando como pozo autogestionado hasta la primera mitad de la década de los años treinta. La experiencia duró hasta 1936, cuando estalló la Guerra Civil y muchos de los trabajadores se fueron al frente. Con la caída del frente del Norte, la explotación pasó a manos del bando nacional. La empresa Hulleras del Rey Aurelio, S. A. retomó la actividad extractiva en la década de los cincuenta, aunque con una producción limitada. En 1970, Hunosa adquirió el yacimiento y lo mantuvo como pozo auxiliar de María Luisa hasta hace unos años. Ahora el pozo renacerá como museo
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Bilbao
Preparan el derribo de la antigua sede de Iberdrola para construir 48 pisos de lujo.

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Don Benito (Badajoz)
Don Benito quiere tener un museo del ferrocarril.
Don Benito quiere tener un nuevo museo en los próximos meses. El Ayuntamiento va a alquilar a la entidad pública empresarial Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) una nave para ubicar en ella un futuro museo del ferrocarril. Con piezas antiguas donadas por esta u otras empresas que ya están en desuso.

Este arrendamiento se llevará a cabo mediante el preceptivo contrato que suscribirán el alcalde, Mariano Gallego, y el delegado de Patrimonio y Urbanismo Sur de Adif, Fernando Gómez Gallego, y que la semana pasada fue aprobado, por unanimidad, por el pleno de la Corporación municipal.

El inmueble objeto del arrendamiento será un muelle cubierto de 503 metros cuadrados de superficie. Además, el Consistorio dombenitense alquilará también a Adif un terreno anexo de 707 metros cuadrados. Desde el Consistorio informan que la vigencia del contrato del arrendamiento será de ocho años y la cuota que se tendrá que abonar por parte del Ayuntamiento de Don Benito será de 720 euros anuales (más IVA).

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Contará con elementos procedentes de viejos trenes y de estaciones ferroviarias
En el Ayuntamiento consideran que la firma de este contrato será un «paso más dentro de las gestiones que viene realizando el alcalde de Don Benito para lograr la creación de un museo del ferrocarril en la localidad».

Señalan que en base a estas gestiones, las previsiones apuntan a que este museo contará con elementos procedentes de viejos trenes y de estaciones ferroviarias como relojes o banderolas. El próximo museo del ferrocarril de Don Benito estará situado a pocos metros del Museo del Automóvil que fue inaugurado a mediados del pasado mes de febrero.
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Oviedo
"Hay que reutilizar, no es sostenible seguir construyendo"
Acogieron en esta ocasión las Conversaciones en el Reconquista, patrocinadas por EL COMERCIO, la iniciativa del arquitecto José Ramón Fernández Molina, miembro de INCUNA y de TICCIH España, de ofrecer «una visión global del estado de la cuestión en torno a la recuperación y puesta en valor del patrimonio histórico industrial de Asturias». Entre los especialistas convocados para ese propósito, abrió el turno de intervenciones, aclarando conceptos, Aladino Fernández, profesor de Geografía de la Universidad de Oviedo y exalcalde de Langreo: «No es lo mismo el patrimonio industrial que la arqueología industrial, la cual se corresponde con una disciplina científica que pone en valor ese patrimonio». De otro lado, aludió a la importancia de ese patrimonio en la configuración histórica de la ordenación territorial, que incluye «no sólo los edificios o las máquinas, sino que a través de la política desarrollada por la industria y sus patrones compone una trama urbana completa, desde las viviendas a los colegios, las iglesias, los ferrocarriles o los ensanches de las poblaciones».

Carmen Adams, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, derivó hacia el turismo que puede atraer ese patrimonio, entendiendo que «está muy bien que dediquemos atención a Goya (por ejemplo); pero sería una barbaridad no hacer lo mismo con el patrimonio industrial». Además, concluyeron los expertos, «hay que reutilizar los espacios, no es sostenible seguir construyendo».

José Manuel Pérez-Díaz, exgerente de Valnalón y más conocido por 'Pericles', recordó que fue durante el segundo gobierno de Pedro de Silva cuando se comenzaron a establecer políticas en este sentido. Y Ángel Martín Rodríguez, profesor en la Universidad de Oviedo y en la Escuela de Ingenieros de Gijón, aludió la necesidad de velar también por el «patrimonio intangible», más allá de los soportes físicos, para «rescatar la importancia de cómo se hacían las cosas, los aspectos culturales que rodean al patrimonio».

Asumía Javier Fernández López, director del Museo del Ferrocarril, en Gijón, que «los testimonios pueden ser tanto materiales como inmateriales». Pero ponía la condición, por lo que respecta a los museos, de que cumplieran tres directrices básicas: «conservación, investigación y difusión», subrayando que «el patrimonio conservado ha de ser auténtico, poseer esa singularidad». A modo de ejemplo, ponía el de Samuño, «donde el tren, el pozo y la mina son auténticos, y de ahí su éxito turístico».

El presidente de la Sociedad Asturiana de Filosofía, Román García, mostraba cierto escepticismo: «La región va por otro lado, lo que se promueven son parques temáticos. Y el problema es definir una línea. Además, hemos de tener en cuenta que el patrimonio se construye desde el presente hacia atrás».

No disentía en ese apartado Carmen Adams, aceptando que «somos nosotros (el tiempo presente) quienes otorgamos los valores», dentro de los cuales «una parte imprescindible de la singularidad de Asturias, tan relevante como el prerrománico, es el patrimonio industrial, del que puede asegurarse que es único e irrepetible».

En cuanto a que algunos sectores de la sociedad manifiesten una cierta insensibilidad ante esa riqueza cultural, la licenciada en Historia del Arte Mónica García Cuetos, que trabajó en el entorno del MUSI, hacía memoria de que incluso existieron protestas al desarrollo de Valnalón «porque no echaba humo», síntesis más o menos humorística de que la divulgación en esta materia no ha logrado penetrar en algunos segmentos sociales.

Aladino Fernández remitía a tres argumentos para tratar de calar el mensaje en ese tejido social renuente: «La razón histórica, que hace que nuestra industrialización sea casi tan antigua como la del Reino Unido, lo que nos remonta al siglo XVIII; la geográfica, por su considerable extensión, pues está afectada por la misma un tercio de la región, 3.000 kilómetros cuadrados de nuestro territorio, y en tercer lugar la variedad, que pasa por la minería, la siderurgia, la metalurgia y el conjunto de servicios a su alrededor, desde las viviendas a los jardines».

El decano del Colegio de Arquitectos, Alfonso Toribio, lo abordaba con puntualizaciones: «No es bueno sacralizar, las cosas no son en sí ni para sí. Con la arquitectura del pasado, sucede lo mismo que con los bosques: si no hay nadie en el bosque, el árbol que se cae no hace ruido...». Ampliando, «no podemos llenar el país de museos, es preciso elaborar nuevos usos compatibles a esas pre-existencias; otros usos que no sean los puramente turísticos».

José Ramón Fernández Molina abundaba en esos criterios: «La dimensión del patrimonio no puede dedicarse exclusivamente a usos culturales. Y en cuanto a los museos, son modelos de gestión muy jóvenes que no siempre se han planteado bien. Han de ser generadores de conocimiento y cultura en su justa medida. Pero tampoco se ha de descartar desde el punto de vista político lo que el patrimonio tiene de seña de identidad nacional. Si así se hace en Cataluña, aquí no deberíamos negarnos un idéntico derecho. Y a ello contribuiría una red de museos bien establecida, como la que han puesto en pie los catalanes. Duele que no seamos conscientes», se lamentaba.

Es de discusión común la idea de que acaso Asturias haya incurrido en una proclividad a la edificación museística desorbitada. Javier Fernández López matizaba: «La mayor parte de lo que se llaman museos no lo son. Los que están clasificados oficialmente son diecinueve; es decir, los que se ocupan de la conservación, la investigación y la difusión, lo que va más allá del papel turístico».

Quiérase que no, la evocación del pasado también supone trasladarse a un tiempo en el que los trabajadores fueron maltratados laboralmente o mediante un paternalismo interesado. ¿Produce algún rechazo entre los propios obreros esa huella? A juicio de Javier Fernández López «son muy pocos los ferroviarios que reniegan del entorno en el que cumplieron con su trabajo; en todo caso, puede haber un relación de amor/odio». Volviendo al cauce central, Pericles abogaba porque equipos especializados ponderaran «qué cosas valen y cuáles no», para que no sucediera lo que a él le aconteció en Valnalón, «que tuve que catalogar el inventario en función de mi criterio».

Mónica García Cuetos planteaba una prevención: «El patrimonio requiere ser sometido a una ley, para que nadie pueda hacer un uso de ese suelo que obedezca a beneficios particulares», en la comprensión de que «el mayor riesgo que tiene, es allí donde el suelo se cotiza más». Muy definitoria fue la intervención de Carmen Adams: «Un pueblo civilizado no puede hacer con su patrimonio lo que hicieron los talibanes con los Budas en Afganistán».

Aladino Fernández orientaba acerca de cómo el mapa industrial es capaz de reflejar una ciudad, aludiendo a Oviedo, «casi al modo de un libro». Se hablaba ya de la fábrica de explosivos de La Manjoya, de la de gas, de las de armas de Trubia y La Vega... Capítulos específicos dentro de un marco que también pretende la atención y el impulso de los poderes públicos.
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INTERNACIONAL
México
Localizan piedras de molinos mineros.
Al despejar un área de terracería para construir un estacionamiento en Cerro de San Pedro, trabajadores encontraron molinos de piedra que se utilizaban para moler mineral.

El proyecto era construir en tres meses un estacionamiento con una inversión de poco más de 3 millones de pesos a fin de tener una infraestructura adecuada para el turismo que ha ido aumentando los fines de semana, informó la alcaldesa Rosaura Loredo Loredo.

Al trabajar en la zona, una retroexcavadora descubrió un molino de piedra de aproximadamente un metro de diámetro, así como la mitad de otro. Las piezas estaban ocultas por tierra y arbustos.

J. Guadalupe Alvarado Gómez, vecino de Cerro de San Pedro, de 77 años de edad, dijo que un señor “Olmos”, encargado de Monumentos del Ayuntamiento, no les dio importancia a los vestigios.

“Dice que al INAH no le interesan porque no hay historia, pero para mí sí la hay porque soy de aquí y estaría mucho muy agradecido de que esas rocas se quedaran y se pusieran a la vista de los turistas, pero necesitan vigilarlas”.

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Dijo que de joven fue gambusino y esos molinos de piedra ya no existían. Sólo se tenían en las haciendas porque eran jalados por mulas y caballos. “Desaparecieron desde 1948, cuando se fue Asarco y esas piedras se distribuyeron”.

Las otras piedras de molino para la minería se encuentran en Monte Caldera donde existen cuatro y en Cuesta de Campa donde hay otras tres.

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