Artículo de Joxebi Ramos en El Diario Vasco.
El de Castañares es uno de esa decena de molinos que un día existieron en el municipio eskoriatzarra. Algunos aún se mantienen. La asociación de mujeres Amuska este año va a sacar la carroza de los 'Sanpedro jaiak' sobre los molinos de Eskoriatza.
Precisamente Juan Carlos Bengoa ha elaborado un breve estudio en el que se recogen datos sobre los molinos. «En Eskoriatza tenemos referencias de numerosos molinos: Marin, Marulanda, Castañares, Bolibar, Elorreta, Mendiola y Eskoriatza, cuyas primeras referencias documentales datan del siglo XV. Estos molinos eran propiedad de los linajes dominantes del valle, por ejemplo el de Ibarraundia era de Juan de Galarza y el de Marulanda pertenecía, junto a la ferrería y Casa Palacio, a Pedro de Gebara».
El nombre de 'bolu', forma vizcaína de molino, procede del latín 'mola'; esto es, muela, y subsiste en formas romanizadas, en nombres tan primitivos como Bolibar, Bolinaga, etc. Asimismo, 'errota' proviene de 'rota', esto es, 'rueda', y forma nombres como Roteta, Rotaetxe, que vienen de Erroteta y Errotaetxe.
Como añade Juan Carlos «en Eskoriatza también tenemos Bolibar, que significa "vega de molinos", haciendo referencia a dos molinos, el de Elorreta y el de Bolibar, situado junto al caserío Etxebarri. Hay que recordar que son la casería y molino de nombre Bolibar los que darán el nombre a la anteiglesia, que también aparece denominada como Ugazua, porque así se llamaban los caseríos situados donde se construyó la Iglesia parroquial».
Ducados para el 'hijo' del cura
La principal referencia documental para conocer datos de la historia de este molino es el testamento de Juan de Echave que data del 25 de mayo de 1661. Juan de Echave era cura y beneficiado de las parroquias de Izurieta, Gellao y Zarimutz. Residía en las 'caserías' Etxabe de Gellao que eran de su propiedad. Juan Carlos señala que «también el molino de Castañares era de su propiedad y así lo cita en su testamento, donde establece que de las rentas del citado molino había que asignar 50 ducados anuales en los siguientes 10 años para su hijo Juan que estaba haciendo estudios eclesiásticos. Por si resulta curioso que este cura tuviese un hijo, también tenía una hija, Catalina de la Cruz, que era monja en el Convento de Santa Ana de Eskoriatza, a la que, sin duda por ser mujer, asignó menor cantidad: doce ducados».
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En el documento se cita que «junto al molino había una casilla que había pertenecido al molino viejo. La presa para acumular el agua destinada al molino era de madera, y había sido ejecutada provisionalmente para sustituir a la que tenía anteriormente que también era de piedra, pero se había arruinado. Para ello dejó encargadas las obras a Juan Martin de Aguiriano, por lo que podríamos afirmar que la actual presa es la realizada a finales del siglo XVII». También cita que «las piedras a utilizar serán las viejas de la antigua presa y las de la presa de Olea, cuyos dueños se las habían ofrecido después de su ruina. Esta presa de Olea estaba situada en la actual zona de Kuatruena, donde posteriormente se hallaban caseríos denominados Olea y Olakoa. Probablemente esta presa de Olea pertenecía a la denominada ferrería de Ibarbiribil, de donde salieron materiales para la obras de la Iglesia de Mazmela en el siglo XVI».
Hasta finales del siglo XIX el molino perteneció a la familia García Etxabe de Gellao. A comienzos del siglo XX el molino fue comprado por los Jausoro, que habían sido arrendatarios durante muchos años. Pero el día de San Cristobal del 1929, los herederos de Cipriano Jausoro vendían el molino a Victor Viana Legorburu, molinero procedente de la localidad alavesa de Maestu, que fue informado de que quedó vacante por su abuelo Valentín Legorburu que era sacristán en Mazmela.
De su hija, desde 1963
Desde 1963 el molino pasó a manos de su hija Ascensión Viana Durana, que en 1981 narraba a Antxon Aguirre Sorondo la terminología que se usaba en Alava para los molinos. Palabras como: tramoya, artesa, remo o cazarro, que corresponden concretamente a la tolva, depósito de harina, palancas recogedoras de grano y citícola, respectivamente.
Fin de la actividad molinera
Durante las décadas finales del siglo XX se deja de cultivar el trigo y el maíz para harina y el desarrollo industrial de la molienda hace que los molinos como el de Castañares dejen de ser necesarios y cesen paulatinamente en su actividad.
Juan Carlos señala que «lo que no ha impedido que la hija de aquel molinero de la localidad alavesa de Maestu, Ascensión Viana y sus hijos hayan mantenido el molino de Castañares perfectamente conservado, con todos los elementos que requería la actividad: la presa en el río, el canal que derivaba el agua, las piedras, etc., de forma que puede ponerse en funcionamiento en cualquier momento».