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Arousa. La comarca de los cien molinos.

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Artículo de Bea Costa en La Voz de Galicia

Aquella escuela taller llamada Segorella 1 puso el primer peldaño, en el año 2001, de un proyecto que ha posibilitado la rehabilitación de un centenar de molinos de río en la comarca de O Salnés, en concreto en los municipios de Meaño, Ribadumia y Meis. Del Segorella promovido por la Mancomunidade do Salnés hubo dos ediciones más. La Diputación de Pontevedra se subió después a este carro y abordó proyectos similares para la rehabilitación del patrimonio cultural ligado a las sendas fluviales de esta comarca.

La mancomunidad aspiraba a continuar este proyecto en el 2014, mediante un obradoiro de emprego. Pero la Consellería de Traballo dio prioridad al de Hostelería y este se quedó por el camino. Pero no en el olvido.

La entidad volverá a presentar una propuesta en próximas convocatorias pues cree firmemente en la importancia y en los beneficios de este tipo de actuaciones. No solo por su vertiente laboral, ya que permite a personas en paro formarse y conseguir una ocupación remunerada durante seis meses, sino también como reclamo para incentivar el ocio verde y desestacionalizar el turismo.

En torno a estos molinos, algunos de los cuales incluso funcionan, se han creado rutas tan populares como la de A Pedra e A Auga, entre Ribadumia y Armenteira (Meis), que frecuentan miles de personas a lo largo del año, presidente del Gobierno, Mariano Rajoy incluido. Y que desde hace un par de años se ha convertido, también, en ruta jacobea con la apertura de la Variante espiritual del Camino Portugués. Allí se concentra un importante conjunto de molinos, pero hay muchos más en Lores, en Xil, en Simes y en Barrantes. De momento son unos cien los elementos rehabilitados en estos lugares pero todavía quedan muchos más por recuperar. Solo en el municipio de Meaño están catalogados doscientos, y es que O Salnés es tierra fecunda en cauces fluviales. Estas corrientes fueron utilizadas desde el siglo XIX para mover as moas en las que se depositaba el grano de maíz, trigo y centeno para obtener la harina con la que se elaboraba el pan.

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Los molinos fueron un importante activo económico, con un sistema de propiedad colectivo en su mayoría. Pero los tiempos cambian y hace años ya que han pasado al rango de piezas de museo. El caso es que algunos iban camino de arruinarse y perderse para siempre, pero la mancomunidad supo ver su valor y se empeñó en recuperarlos. Otros territorios de Galicia siguieron su ejemplo y así se recuperaron otros muchos más elementos del patrimonio etnográfico del rural, no solo molinos, también lavaderos y hórreos. Desde la administración presentan estas actuaciones, además, como un elemento dinamizador del turismo dado que, aunque todavía es minoritario, el turismo cultural y de naturaleza está en alza.

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