Artículo de Itziar Acereda
EN tiempo de harina nueva, el fin de semana brinda la oportunidad de sentirse molinero por un día. Para ello, la cita es en el molino de Errotabarri, en Gamiz, donde la visita promete una tonelada de conocimiento y curiosidades, con lo cual resulta interesante para todos los públicos. En funcionamiento desde finales del siglo XVIII, se trata de uno de los pocos molinos que todavía siguen activos a día de hoy en Bizkaia y en Euskadi en general.
De la mano del molinero, Luis Azillona, quien mejor lo conoce, se podrá descubrir de primera mano el proceso de obtención de la harina de maíz para la elaboración del talo. Con la particularidad, además, de que se utiliza una variedad de maíz autóctona de Mungialdea, conocida como txakinarto.
La visita, cuyo coste es de tres euros, comienza en la huerta, donde las explicaciones del molinero acercarán a los interesados a tiempos pasados, abordando las variedades de maíz, el trazado del agua del río Butrón hasta el molino, historias singulares… De hecho, la mecánica que hace funcionar el molino se activa gracias a la fuerza de la caída del agua del citado río vizcaino.
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PASO A PASO Ya una vez dentro del molino, los visitantes tendrán la posibilidad de moler maíz (previamente horneado) y de adquirir la cantidad que deseen para su uso doméstico. Las explicaciones les harán entender el porqué del horneado, de la elección de una variedad concreta de maíz y el movimiento de las piedras, entre otras cuestiones. Para acabar de comprender el proceso, se bajará a la zona donde evacua el agua que mueven las piedras.
Con todo, entrar dentro del molino es como viajar al pasado. Una experiencia curiosa y con un fuerte peso cultural para aprender del ayer en clave de diversión en el tiempo de ocio, entre amigos o en familia, como guste cada cual.
Finalmente y para deleitar al paladar, quienes lo deseen pueden degustar un delicioso talo en alguno de los establecimientos que aún siguen haciéndolo al estilo tradicional y con la harina procedente de este molino, como es el caso del Txulu, en Gamiz, y el Merendero de Butrón, situado en Gatika.
No hay que olvidar que el talo, elaborado a partir de harina de maíz producida en los molinos, era un alimento básico en la dieta de muchos caseríos vascos. Ahora es el momento idóneo de acercarse a probarlo.