Artículo de Leticia Ánimas
El edificio de la planta o Casa de Máquinas de la hidroeléctrica Necaxa podría ser el primer edificio mexicano construido con concreto, material traído de Inglaterra hasta nuestro país, lo que representa un elemento más para gestionar la declaratoria de patrimonio industrial, señaló el historiador y necaxólogo, Javier Romero.
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Romero aseguró que integrantes del Instituto Mexicano del Concreto están muy interesados en el caso de Necaxa y a través de ellos busca obtener asesoría para lograr la certificación de que la también llamada casa de fuerza es “si no el primero, sí el segundo edificio de concreto que se hizo en México” a principios del siglo XX.
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“El concreto fue un material crucial e importante en el proceso de construcción de la primera generadora de electricidad de América Latina, pues además de la Casa de Máquinas, se usó para hacer las bases de las tuberías y en la toma de agua y el revestimiento exterior del muro de la Presa de Necaxa”, añade.
Al iniciarse la construcción del colosal complejo hidroeléctrico en 1903, además de la fuerza de trabajo de más de dos mil 300 personas, cinco de ellas con estudios de ingeniería comandadas por el canadiense Frederick Stark Pearson, fue necesario echar mano de la tecnología de la época para el traslado de material y maquinaria, refiere Romero.
Al principio se optó por el uso de potentes tractores con motores tipo Fowler que empezaron a recorrer la sierra cargados de material pesado, pero no pudieron con ella. Ni con las pendientes de seis grados y radios de curvatura de hasta 16 metros ubicadas en los sinuosos y encrespados caminos.
Se pensó entonces en las máquinas de ferrocarril que fueron hechas expresamente para la empresa entre 1903 y 1910, cuando se edificaban las presas de Tenango, Necaxa y la Casa de Poder o Casa de Máquinas ubicada casi al pie de la cascada conocida como El Salto Grande.
Para introducir la línea de trenes hasta Necaxa se usó la concesión otorgada por el gobierno de Porfirio Díaz al francés Arnoldo Vaquie, propietario de la Sociedad de Necaxa, el 16 de noviembre de 1899, que nunca usó por falta de recursos e igual que su proyecto hidroeléctrico, fue retomado por la Mexican Light and Power.
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Luego -saca de entre sus tesoros- una fotografía para comprobar lo que ha afirmado: en ella se ven dos máquinas de ferrocarril con dos plataformas cargadas con el material y unos cinco sombrerudos que posan para la toma en un paisaje del altiplano, bajo una bandera nacional, posiblemente en la estación de Beristáin, municipio de Ahuazotepec.
Mientras que Frederick Stark Pearson, cita Romero, refiere en sus publicaciones el trabajo de construcción de la Planta de Necaxa en 1905, de esta manera:
“La casa de máquinas se encuentra en el cañón por debajo de la cascada inferior Necaxa, con una caída vertical de 740 pies.
“El edificio se levanta sobre una base de hormigón masivo (concreto) que forma la base para la maquinaria hidráulica y eléctrica. Las paredes son de hormigón (concreto), con columnas de acero en la parte delantera y el centro de apoyo a las vigas de la grúa y vigas del techo.
“El techo es de ferro-inclave (hoja de acero), cubierta con yeso de cemento, los marcos de las ventanas son de acero, los suelos de cemento (concreto), y no hay materiales que sean combustibles usados en ninguna parte de la estructura”.
LA VERDADERA “CLASE MUNDIAL”
Romero recuerda que la hidroeléctrica Necaxa ostentó varios récords mundiales durante su construcción y cuando empezó a funcionar, hace poco más de un siglo, y aunque admite que pudieran haber sido superados, la obra fue “un parte aguas y pionera en muchos aspectos”.
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Por ejemplo, explica, el muro de una presa de Necaxa fue el más alto del mundo al medir 67 metros; tuvo la línea de transmisión más larga con 201 kilómetros hasta el Distrito Federal y 121 kilómetros más hasta la comunidad de El Oro en el Estado de México; más el ramal a Pachuca con 43 kilómetros más, cuando la línea de electricidad en el planeta que le seguía, apenas tenía una longitud de 50 kilómetros.
El muro de la presa de Tenango de las Flores, fue el más largo de una presa en la tierra pues mide dos mil 700 metros aproximadamente.
Otra marca que alcanzó fue que de Necaxa a México hubo 2 mil 251 torres de transmisión y a El Oro 864 torres más, a las que hay que sumar las 213 que corresponden al ramal a Pachuca.
Además, asegura, se armó una especie de examen de oposición mundial que posibilitó la “selección” de los mejores ingenieros para venir a construir la Necaxa y el mismo Stark Pearson, en 1908, rechazó hacer el canal de Panamá, con tal de terminar el complejo hidroeléctrico de la sierra de Puebla.
Por ello, enviaron a George Washington Goethals a Panamá y cuando se derrumbó el muro de la presa de Necaxa en 1909, estando en plena construcción, éste dejó el canal para venir a investigar las causas del siniestro a petición del entonces presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt.
EL VIAJE QUE CAMBIO EL ROSTRO DE LA SIERRA
En 1871 Antonio García Cubas escribió en “Un viaje por la Sierra de Huauchinango” sobre dos caídas de agua: Salto Grande de 198 metros de altura y Salto Chico de 120 metros, que llamaron la atención de un doctor francés de apellido Vaquiere o Vagnié o Vaquier, quien intuyó el potencial de la fuerza motriz que tendría el río Totolapa, conocido como Necaxa o Alto Tecolutla que desemboca en el Golfo de México.
Luego de esto, el francés llegó a Necaxa e integró la Societé du Necaxa o Compagnie du Necaxa y comisionó a los ingenieros René Frottier, Emilio Dessormes y Alberto González, para adquirir los terrenos de La Mesa de las Flores y Salto Chico, propiedad de Cipriano Garrido que compraron en mil 800 pesos en 1899.
Vaquiere firmó un convenio con el gobierno de Porfirio Díaz para usar estas aguas en la generación de energía eléctrica e inició la construcción de un túnel, al que se conoce como El Túnel de los Franceses, por donde se canaliza el agua que sirvió para mover los generadores, pero su dinero no le alcanzó para hacer más.
En 1903, el francés se asoció entonces con el canadiense Frederick Stark Pearson, propietario de varias empresas en el país y constituyeron TheMexican Light &Power Co., con la que iniciaron la generación de energía eléctrica desde la Sierra Norte de Puebla, para abastecer el centro del país, principalmente la ciudad de México.
El gobierno federal refrendó la decisión de ceder a esa compañía -el 24 de marzo de 1903- el control de los derechos para ejecutar y conservar las obras hidráulicas, mecánicas y eléctricas para el aprovechamiento de las aguas y cascadas naturales de los ríos Tenango, Necaxa y Xaltepuxtla.
Y fue el 6 de diciembre de 1903 cuando se logró la transmisión de energía eléctrica a la ciudad de México y El Oro Hidalgo, pero fue hasta el domingo 3 de diciembre de 1905, cuando se hizo la primera prueba a las turbinas- que no funcionan desde hace una semana- y tres días más tarde, se iluminó el Palacio Nacional, habitado entonces por el presidente de la República, Porfirio Díaz, quien celebró el acontecimiento con un suntuoso baile.
TÚNELES Y CANALES
Para 1909 el sistema de almacenamiento de agua para surtir a la planta de Necaxa comprendía dos depósitos situados en la parte más alta del río del mismo nombre: la Presa del Tejocotal y Presa de Umiltemetl con una capacidad de poco más de 43 millones y casi 26 millones de metros cúbicos de agua, respectivamente, cuyas aguas llegaban a la generadora a través de canales y túneles.
También se construyó un túnel para conducir las aguas del río Acatlán, en Huauchinango; paralelo al Necaxa, que tiene un longitud de mil 40 metros y que ahora se encuentra bajo las obras de la autopista México-Tuxpan, con capacidad para llevar 12 metros cúbicos de agua por segundo.
Después el complejo hidroeléctrico se agrandó debido a la demanda de energía, por lo que fue concesionada a la empresa The Mexican Light & Power Co., la explotación de 25 ríos situados entre Zacatlán y Necaxa e inició la construcción de túneles y canales con una longitud de 30 kilómetros para captar 15 metros cúbicos de agua por segundo en la parte más alta y 40 metros cúbicos por segundo en las partes más bajas, que se almacenan en las presas de Nexapa y Tenango.
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Desalojando al viejo pueblo de Necaxa, en 1909, se inició la construcción de la presa a mil 344 metros de altura sobre el nivel del mar y con capacidad de almacenamiento de 45 millones de metros cúbicos de agua.
NECAXALTÉPETL
Los pobladores desocuparon el área: los indígenas ocuparon la parte alta del cerro conocido como Necaxaltépetl y los mestizos, se fueron a Jacksonville, conocido hoy como Nuevo Necaxa; mientras que las familias de los empleados de la hidroeléctrica fundaron otro poblado, al que hoy día se conoce como Necaxa Canaditas.
Algunos testimonios aseguran que la primera intención fue instalar a todos, sin distingos, en Canaditas, pero varios no aceptaron la reubicación y en protesta decidieron refugiarse en el Cerro de Necaxa o Necaxaltépetl.
Sólo hasta el año 2008, la comunidad indígena de Necaxaltépetl, que hace poco más de un siglo cedió sus terrenos para que se construyera la presa de Necaxa, pudo contar con una red de agua potable e igualmente fue a principios de este siglo, el XXI, cuando tuvieron acceso a la energía eléctrica, pese a que fueron ellos quienes dieron paso al complejo hidroeléctrico pionero en Latinoamérica.