Artículo de Ruth Quevedo para El Correo
La decadencia de la estación de tren en Lutxana ha levantado una oleada de críticas que cobra fuerza conforme pasa el tiempo. Más de 2.000 personas han respaldado ya con su firma una demanda publicada en la plataforma de peticiones digital change.org, donde se denuncia el «abandono total» de la infraestructura. Los afectados critican que la instalación se encuentra «insuficientemente iluminada y tremendamente sucia», las paredes «están desconchadas y llenas de humedades» y la pintura «se cae a trozos en la puerta de bienvenida para quien visita la ciudad», el segundo municipio más poblado de Bizkaia y el cuarto de Euskadi.
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Los testimonios recogidos ponen también el acento en los problemas de accesibilidad: una cuestión que no es nueva en los espacios propiedad de la sociedad pública Adif. «Para pasar de un andén a otro hay que sortear 60 escaleras». No en vano, los usuarios «llevan pidiendo un ascensor desde hace trece años». Los perjudicados señalan que la gente «en silla de ruedas o con un carrito para bebés» no puede utilizar un servicio que debería estar garantizado para todas las personas por igual. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias recuerda, sin embargo, que la gestión de las estaciones de cercanías está en manos de Renfe, también dependiente del Ministerio de Fomento. Desde el operador de transporte reconocen que «no hay ningún plan de mejora a corto plazo, aunque algunas estaciones ya están adaptadas y tenemos el compromiso de que todas sean accesibles en el futuro, empezando por las que tienen un mayor número de viajeros afectados».
La parada de Lutxana-Barakaldo, que mantiene su empaque pese a los problemas de conservación, fue levantada por Francisco Henrich y Manuel Oráa. Inaugurada en 1894, rápidamente se convirtió en una estación de «primera clase», a juicio de los estudiosos. El inmueble se levantó con el objetivo de vertebrar las comunicaciones que conectaban AHV y los muelles de la ría con Balmaseda, combinando las vías ancha y estrecha. La ampliación del vestíbulo, efectuada en la década de los 30, permitió construir viviendas para el personal, un diseño de doble planta con bajocubierta y tejado a cuatro aguas. En el exterior, su fachada luce arcos escarzanos y molduras decorativas.
Patrimonio en riesgo
La estación mantiene hoy en día su actividad dentro de la red de tráfico de viajeros, aunque su valor histórico y artístico no ha pasado desapercibido para los expertos. En este sentido, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) ya dirigió al Gobierno vasco dos solicitudes de protección durante los ejercicios 2007 y 2010 que «siguen durmiendo el sueño de los justos». En esta misma línea, el PGOU de Barakaldo contempla su conservación como elemento singular. Por desgracia, la protección municipal no garantiza la integridad de un bien que también ha sufrido dos atentados, ya que ETA hizo estallar una bomba causando graves daños que aún no se han reparado.
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Pero esta circunstancia explica sólo «parcialmente» el «mal estado» de la parada de Lutxana, precisan los impulsores de esta reivindicación que ha saltado de las calles de la Margen Izquierda hasta el correo electrónico de miles de personas. Tras esas pantallas, se suceden las voces que exigen a los responsables de Renfe un mayor «compromiso con sus clientes» y una decidida apuesta por dotar a este barrio de Barakaldo de una «estación digna».
Fuente de la noticia http://www.elcorreo.com/