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Artículo "El inaceptable derribo de la harinera Alfageme"

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Hoy os publico este artículo escrito por el historiador Javier Revilla Casado (autor del blog Patrimonio Industrial Harinero), publicado ayer, día 11 de mayo en el Diario de León.
                    
Trata sobre el lamentable derribo de la harinera Alfageme de León, de la cual os hablé elmes pasado.



Hace justamente un año publicaba en esta misma tribuna unos párrafos contra el anunciado derribo de la fábrica de harinas La Moderna en la localidad de Cistierna. Lamentablemente, doce meses después tenemos que volver a lamentar la pérdida de otro edificio industrial en nuestra provincia. No, aquí ni tan siquiera la crisis en el ámbito de la construcción está dando un respiro a los inmuebles fabriles; no, en León ni la despoblación, ni el paro, ni la pobreza en aumento… significan mayor protección para nuestro patrimonio…, aquí incluso suponen un mayor deterioro para la herencia legada por quienes nos precedieron.

Cuando hace bastantes semanas las redes sociales comenzaron a lanzar la hipótesis del derribo de la fábrica Alfageme, tras pasar del asombro y la incredulidad inicial, quise de inmediato aportar mis humildes conocimientos en la materia para dar a conocer que estábamos hablando, nada más y nada menos, de la fábrica de harinas más antigua de la provincia de León.

Por si alguien no conoce los datos fundamentales, como resumen puedo repetir una vez más que estamos (estábamos) ante un lugar donde la Presa del Bernesga o del Infantado lleva (llevaba) moviendo con sus aguas un molino desde la Edad Media; aquel molino en 1845 se convirtió en fábrica de harinas gracias a la inversión de dos socios capitalistas, el catalán Jover y el asturiano Salcedo. En la familia del segundo permanecería durante años, hasta el punto de recibir su nombre como fábrica de harinas El Salcedo, también llamada La Armunia por el término donde se ubicaba.

Los Alfageme, emprendedores oriundos de la provincia de Zamora, adquirieron la harinera a finales del siglo XIX y la transformaron a lo grande, hasta configurar un edificio principal de siete plantas y varios anejos tras el cambio de centuria. La chimenea, que todavía muestra el año de la reforma (1904), refleja que además de con el agua de la presa la fábrica pasó a moverse gracias a una máquina de vapor que quemaba el carbón recibido por medio del apeadero propio que comunicaba el complejo industrial con las cercanas vías del ferrocarril. Todo un ejemplo de la industrialización leonesa que, aunque algunos quieran borrarla de la historia, existió: cereal, agua, carbón… harina, ferrocarril…

Resulta llamativo que la centenaria chimenea vaya a ser el único elemento que de momento se salve del derribo. Y es que no podrá eliminarse hasta que finalice el periodo de cría de las cigüeñas que tienen un nido en su coronamiento. No es una broma, es una buena muestra del desinterés y de la falta de legislación en materia de patrimonio histórico industrial frente a otros ámbitos más avanzados —como la protección de las aves que muestra este caso—.

Y no servirá decir que no existen informes o documentación al respecto de la arquitectura fabril leonesa. Desde el año 2011 está convenientemente inventariado todo el Patrimonio Industrial de la provincia de León, incluyendo edificios preindustriales como los molinos. Tal catálogo fue encargado por la Junta de Castilla y León, teniendo la oportunidad personal de poder colaborar con el mismo, motivo por el que conozco la certera inclusión en el mismo de la Fábrica de Harinas La Armunia o Santiago Alfageme y Cía. Incluso puedo decir que tal edificio, por sus magníficas características arquitectónicas y por su gran valor histórico, se calificó entre los «bienes destacados» de tal inventario.

A la vista está que ello no ha servido para nada. El Ayuntamiento de León se escuda en que la fábrica Alfageme no estaba incluida en el catálogo de bienes protegidos del Plan General de Ordenación Urbana aprobado en 2004. Desde luego fue un imperdonable error su no inclusión (quizás debido a que se situaba en el límite con San Andrés del Rabanedo), pero me parece inaceptable creer que tal ausencia fuera imposible de rectificar o modificar. Su no revisión y desde luego la autorización del derribo son responsabilidad de los actuales gobernantes de la capital provincial, elegidos para ello, que podrían y deberían haber agotado todas las cartas posibles para evitar su irreparable desaparición.

León, una ciudad que a fuerza de carecer de otras alternativas económicas por la desidia que arrastra desde hace décadas, dice querer ser referencia cultural y turística: la de la «pulchra» catedral, la del parador «cinco estrellas», la «cuna del parlamentarismo»…. Pero León es la misma urbe que en pleno siglo XXI derriba sin contemplaciones un singular edificio industrial con más de 150 años de historia y un valor incuestionable. Qué paradoja y qué desastre.

Pues es León la misma ciudad que, curiosamente, lleva años invirtiendo varias decenas de millones de euros en construir un palacio de congresos en otro edificio industrial, la antigua azucarera Santa Elvira. Contrasta de un modo tremendo el valor que se ha otorgado a una y otra fábrica… Llegará el día de la inauguración del palacio y las autoridades recalcarán que León protege con ella su patrimonio industrial…

Y, sin embargo, algunos recordaremos con gran decepción que la faraónica obra diseñada por Perrault significó la imposibilidad de salvar otros edificios industriales de León incluso más antiguos (como la harinera Alfageme), o ponerlos en valor (como la antigua Estación del Ferrocarril, hoy abandonada y para la que no hubo siquiera un euro con el que conmemorar, el pasado noviembre, su sesquicentenario).

Pero no, no es Santa Elvira y el derroche económico que se está haciendo en la antigua azucarera, la causa del derribo de Alfageme; al menos no es el único motivo. La fría losa de dicha destrucción debe recaer sobre los actuales dueños de la histórica harinera y sobre las autoridades políticas que lo han permitido; ambos no han sabido gestionar eso que, repito, es una de las poquitas cosas a las que nos podemos aferrar los leoneses, la herencia patrimonial que nos legaron nuestros antepasados, las obras que construyeron con su esfuerzo y sobre las que hoy podríamos tratar de reflotar una provincia tan maravillosa que quizás no nos merezcamos. 


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