Esta es una lamentable noticia donde se explica los desperfectos y ataques vandálicos que han sufrido estas fábricas.
Autora artículo: Elena Gómez en El Norte de Castilla
Cualquier turista que pase por la Oficina de Turismo de Béjar recibirá como dato de interés información para realizar la conocida como Ruta de las Fábricas Textiles, una senda que a lo largo de dos kilómetros recorre la vereda del río Cuerpo de Hombre, desde donde se pueden divisar aquellas grandes fábricas que formaron el pasado glorioso de la ciudad que, a día de hoy, sigue conociéndose popularmente como la ciudad textil.
El paseo es, simplemente, una delicia para los sentidos, que se ven fuertemente excitados por el sonido del agua del río que antaño daba fuerza a las fábricas y les servía para tratar sus tejidos -llegando a ser muy apreciados por su calidad- y por el verde del entorno, en el que árboles, arbustos y plantas convierten el paisaje en una paleta de tonos verdes solo rota por los grises y marrones de las fábricas.
Sin embargo, la fuerza de la naturaleza que tanto favorece a la belleza de la Ruta de las Fábricas Textiles invade, en algunas ocasiones, parte de la misma, siendo habitual el tener que esquivar algún arbusto o hierba que se mete más de lo debido en el camino, estrechándolo casi a la mitad de su medida habitual en algunos tramos.
Otro elemento vegetal, un tanto más molesto, como son las ortigas, han invadido uno de los bancos en los que se invita a descansar a los caminantes, prácticamente al final del camino, mientras observan una de las fábricas y uno de los extremos de la muralla, en lo alto de la colina.
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Unos bancos que, además, por algún motivo, parecen hundidos en algunas de sus patas.
Por si esto no fuera suficiente, y dado que es un problema que se podría solucionar fácilmente con un mantenimiento -que desde el Ayuntamiento aseguran que existe- más frecuente que controlara los impulsos de la madre naturaleza, la acción de algunas personas sin identificar también favorecen al deterioro de lo que podría ser una joya para el turismo por la singularidad de sus características, ya que pocas ciudades en España cuentan con un pasado textil tan potente con el de Béjar que, además, puede ofrecer a los visitantes un entorno natural de gran belleza.
Así pues, el vandalismo y la falta de civismo también hacen su aparición en la Ruta de las Fábricas Textiles. El ejemplo más patente: la falta de uno de los carteles informativos que el caminante puede encontrar a lo largo del camino, explicando qué se puede ver en cada punto y parte del pasado de aquellas viejas glorias del textil que, actualmente, a través de sus cristales rotos por el tiempo, muestran un interior revuelto.
barandilla con una de sus barras rota también saluda al visitante, aunque desde este periódico no se ha podido aclarar si ha sido por la (mala) acción humana o por el desprendimiento de alguna roca de la pared cercana.
Algunos restos de basura -aunque no en exceso-, especialmente de pequeños alimentos, también dejan patente el paso de las personas que, a día de hoy, no han entendido la importancia del cuidado del entorno, más allá de un elemento puramente estético.
Por último, pintadas e incluso algún perdigonazo en algunos de los carteles informativos -especialmente en los más antiguos- despiertan una mueca en aquellos que se paran a leerlo con atención.
Tándem de belleza
Pese a estos problemas, la ruta sigue manteniendo esa belleza espléndida que le da el mostrar un elemento cultural, social e histórico tan importante para la ciudad de Béjar como son las grandes fábricas que poblaban la ribera del río en un entorno cuanto menos hermoso en el que, con paciencia y calma, se pueden observar numerosos animales en su hábitat natural.
Este paseo, que fue inaugurado en 2002 -y señalizado un par de años más tarde- fue una obra realizada por la Confederación Hidrográfica del Tajo, aprovechando una actuación que colocó en la zona un colector para aguas residuales «y se vio que si se ponía un poco de cemento desde arriba salía un paseo precioso, y así se hizo, por petición nuestra pero con dinero de la Confederación», señala el alcalde de Béjar, Alejo Riñones.
Por su parte, el concejal de Turismo, Santiago Sánchez, destacó que gracias a esta ruta se pueden ver «todas las fábricas en un recorrido con una naturaleza muy exuberante y fresca, gracias al río que pasa por al lado».
Sánchez también hace un repaso por la historia textil de Béjar, recordando que el principio del fin de esta fuerte industria en la ciudad se produjo en la década de los años 70 del siglo XX, cuando la producción en otros lugares -especialmente con la entrada en el mercado de los textiles producidos en China- hizo que las telas bejaranas dejaran de ser rentables y su producción fuera cayendo hasta, prácticamente, desaparecer por completo.
Yes que en esta ruta apenas quedan un par de fábricas aún en funcionamiento.
Sin embargo, el visitante puede observar media docena de fábricas -algunas de ellas grandes moles que llegaron a dar trabajo a cientos de bejaranos- yel Museo Textil que, pese a todos los esfuerzos puestos en él, sigue sin funcionar a día de hoy.
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Además se pueden observar cuatro pesqueras, que servían para represar el agua y distribuirla por los diferentes canales con el fin de que fueran aprovechadas por las fábricas.
A todo ello hay que sumarle elementos de la arquitectura bejarana, como el puente medieval de San Albín, que destaca por su belleza y su altura; o las murallas, que se pueden divisar en los tramos finales de la ruta.
Sin duda, la Ruta de las Fábricas Textiles puede ser -y de hecho así está considerada- como uno de los grandes atractivos de la ciudad, aunque, sin duda, necesita más atención y más civismo para mantenerlo en las mejores condiciones. Además de eso, para el futuro, podría plantearse la adaptación de la ruta, haciendo desaparecer las barreras arquitectónicas, para que todos puedan disfrutarla.