Artículo de Joan Salicru para El Periódico
El Vapor Gordils de Mataró, el más antiguo que se mantiene en pie en España, está en peligro de muerte después que los técnicos municipales hayan determinado que las vigas maestras y las vueltas están muy dañadas, corriendo el peligro de colapsarse –de hecho en algunos puntos el colapse ya se habría producido-.
El Ayuntamiento, en una situación financiera al límite que le impide prácticamente hacer grandes inversiones, estudia como rehabilitar el inmueble, incluido en el catálogo patrimonial local con el máximo nivel de protección, según ha informado el periódico digital local capgros.com. Pero solamente podrá hacer frente al reto si encuentra ayuda en otras administraciones.
El antiguo vapor, situado en el número 66 de la calle Sant Agustí, muy cerca de la Nacional II, está catalogado por el Pla Especial del Patrimoni Arquitectònic de Mataró, aprobado en 2002, como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) con el nivel de protección A, que significa protección de fachadas, volumetría y estructura general del edificio.
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El conjunto industrial, una pieza clave de lo que significó la Revolución Industrial en Catalunya y en España, se completa con la chimenea catalogada dentro del Pla Especial del Patrimoni con el nivel C.
EL PRIMERO DE ESPAÑA
Los vapores eran fábricas que debían su fuerza a la aplicación de una máquina de vapor, habitual en las ciudades donde no había un río como Mataró o en determinadas zonas de Barcelona u otras ciudades medianas donde el textil arraigó con fuerza. También cabe decir que los primeros vapores se instalaron cerca del puerto de Barcelona -Barcelona, Badalona, Mataró- por tener suministro de carbón vía marítima. Y con el ferrocarril como nuevo medio de transporte se extendieron por toda Catalunya.
Precisament, aunque a menudo se ha mencionado la Igualadina como la fábrica más antigua conservada, la verdad es que esta construcción data de 1841, mientras que la de Mataró empezó a funcionar en 1839, según afirma Francesc Costa en el volumen ‘Mataró liberal, 1820-1856. La ciutat dels burgesos i els proletaris’ (1985).
El historiador mataronés afirma en este libro que donde después se establecería la Gordils i Dalmau, en 1838 se instaló una harinera dotada de una máquina de 20 caballos que, según parece, entró en funcionamiento en 1839. Con lo cual, esta fábrica sería un poco más antigua que La Igualadina.
También así lo documenta la ficha 244 del catálogo del Pla Especial del Patrimoni Arquitectònic de Mataró –habla de mayo de 1838-, documento donde se recuerda también que la situación de este vapor determinó la ubicación de la primera estación de ferrocarril estatal (1848), junto con la de Barcelona, que se construyó justo delante –la actual estación se encuentra más cerca del mar; la primera estación funcionó hasta 1904-.
En esta ficha, se explica también que inicialmente el vapor movía un molino harinero pero que en el año siguiente, 1839, el vapor harinero se transformó en la primera hilatura cotonera de la ciudad accionada a valor, la Companyia Gordils i Dalmau –en el libro de Francesc Costa se puede leer también que en 1841 había instaladas 20 máquinas de hilar con un total de 4.800 husos-.
Pero ni el de Mataró ni el de Igualada, quede claro, fueron los primeros vapores construidos: los más lejanos en el tiempo son el Bonaplata de Barcelona –de 1833, el primero en construirse en España-, el Vilaregut de Gràcia, el Vapor Vell de Sants, el Galí de Terrassa o el Vapor de la Rambla de Vilanova, pero todos pasaron a mejor vida.
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Más de un siglo de actividad
La empresa original que ocupa el Vapor Gordils se fue a pique en 1864 y en 1869 fue adquirida mediante subasta pública por la sociedad Viñas Sanglas, que después paso a nombrarse Filatures Viñas SL. Con esta identidad jurídica subsistió durante un siglo, hasta que echó el cierre en 1970.
A partir de ese momento, el edificio se subdividió y pasó a albergar distintas empresas hasta que en 2008 su último propietario BRICA lo cedió al Ayuntamiento en el marco del desarrollo urbanístico del sector Cooperativa Agrària. Una operación urbanística que sigue a día de hoy paralizada.