Fecha: martes 13 de enero de 2015, 20:00h
Lugar: Institut Français, auditorio.
Conferenciante: Xavier Laumain (arquitecto)
La cerámica Nolla constituye sin lugar a duda uno de los elementos más destacables del patrimonio histórico valenciano, a pesar de sufrir un desconocimiento casi absoluto. Se encuentra pues en una situación extremadamente paradójica: dado que los mosaicos Nolla están colocados en una infinidad de edificios públicos, residenciales, religiosos y demás lugares, la mayoría de los valencianos los ven a diario sin saber de su existencia ni, por lo tanto, reconocerlos. Esta falta de identificación provoca una pérdida constante de ejemplares de dichas composiciones, por su destrucción a raíz de desafortunadas obras de reformas. La situación es, sin embargo, muy esperanzadora, dado que las importantes labores de estudio y difusión que se están llevando a cabo por parte de ARAE Patrimonio y Restauración, desde el año 2011, están empezando a dar sus frutos, y esta cerámica vuelve a estar en primera plana de eventos y publicaciones, devolviéndole su visibilidad.
La empresa de mosaicos Nolla nace en 1860, aunque es en 1864-65 cuando inicia oficialmente su andadura. Funcionará hasta finales del s. XX, cuando la competencia de los pavimentos hidráulicos, de coste mucho menor, obligan al cierre de la emblemática fábrica situada en Meliana. Este material cae entonces – incomprensiblemente – en un completo olvido de forma extremadamente rápida. Es en el año 2010, a raíz de los trabajos de estudio del Palauet Nolla, cuando se redescubre estos mosaicos, y su increíble valor. Se inicia entonces un proceso de estudio exhaustivo, de recuperación, y de difusión. Dicho estudio fue galardonado por el prestigioso premio internacional European Union Prize for Cultural Heritage / Europa Nostra Award 2012, reconociendo la labor realizada así como el valor de semejantes mosaicos y del Palauet Nolla.
El mosaico Nolla: un patrimonio universal
La cerámica Nolla es un patrimonio que resulta muy difícil de clasificar, dado que su valor tiene un carácter plural. En efecto, es a la vez histórico, artístico, industrial, social, artesanal, arquitectónico, empresarial, etc. Además, el ámbito geográfico es mundial, habiéndose colocado en todos los continentes.
La figura del fundador
Miguel Nolla Bruixet (1815-1879) fue un empresario visionario. Introdujo numerosos conceptos que hoy constituyen la base de la estrategia comercial moderna. Inspirándose en los modelos ingleses, Nolla desarrolló una fábrica de cerámica, mejorando el proceso original, tanto desde un punto técnico, como de rendimiento, permitiéndole producir un material de excepcional calidad, en grandes cantidades. A su vez entendió la necesidad de controlar, para no depender de las fluctuaciones del mercado, el proceso en su integridad. Para ello compró canteras, formó a sus empleados, y gestionó el proceso de comercialización, hasta la misma colocación. Este monopolio, favorecido por Privilegios Reales, así como por una nutrida red de contactos en la más alta sociedad europea de la época, conformó la base del inmediato éxito comercial de su producto.
La Revolución industrial llega a Valencia (y a Meliana)
La segunda revolución industrial es el momento en el que España se une al movimiento modernizador que recorre Europa desde principios del siglo XIX. Y en este proceso de cambio la empresa creada en Meliana desempeñó un papel fundamental, siendo pionera conjuntamente con la industria textil catalana. No es casualidad que Miguel Nolla, fundador de tan moderno proyecto, provenga de una familia de productores textiles establecidos en Reus.
Cuando en 1860 el empresario decide desarrollar su nueva fábrica en Meliana, se implanta en un entorno agrícola, en medio de la Huerta valenciana. ¿Cuál debió ser el asombro de los agricultores al ver crecer semejante construcción, así como el considerable tráfico de personas y carros? Por no hablar de los ruidos provenientes de las naves de producción y del humo que escupían sus altas chimeneas. La llegada de la fábrica cambiaría para siempre esta parte de la geografía valenciana, situándola en una posición vanguardista.
La fábrica Nolla: un modelo social
La empresa creada por Miguel Nolla no solamente fue pionera en los ámbitos productivo e industrial, sino que fue igualmente la cuna de medidas sociales de gran modernidad. Así, la figura paternalista del fundador trasciende en los premios y recompensas con las que agradecía el esfuerzo de sus mejores o más antiguos trabajadores. Éstos podían verse gratificados con primas en efectivo o en material, incluso con viviendas. De hecho, las casas construidas alrededor de la fábrica para sus trabajadores, acabó conformando lo que se conoce desde entonces como Barrio Nolla.
Las modernas medidas sociales adoptadas para el bienestar de los trabajadores de la empresa se vieron incluso reconocidas y premiadas en una Exposición Universal en París.
La cerámica Nolla: un material excepcional
La cerámica Nolla es el primer gres producido en España, y el único hasta muy avanzado el siglo XX, posicionándose por lo tanto como el origen del porcelánico actual, material icónico de la zona de Castellón-Onda, industria de referencia a nivel nacional, y motor económico de la región.
Este material, producido mediante complejos métodos para la época, demostró el valor del saber-hacer de los trabajadores de la fábrica de Meliana. El empleo de máquinas de vapor, permitiendo conseguir la perfecta transformación de una materia prima de gran calidad, triturando la arcilla para obtener un finísimo polvo que a continuación se prensaba para obtener losetas semi-húmedas, los hornos alcanzando temperaturas de 1250ºC, y el control del conjunto del proceso con tal de garantizar la uniformidad del color de tan noble material, permitieron a la empresa Nolla gozar de un unánime reconocimiento.
Las teselas que conforman los mosaicos Nolla son pequeñas piezas, de un tamaño aproximado de 4x4cm, coloreadas en masa y generalmente monocromáticas, lo que les permite conservar siempre el tono y la luminosidad original, a pesar del paso del tiempo y del desgaste. Su extrema resistencia, idéntica a los mejores mármoles de Carrara, le proporciona un carácter casi eterno. Ambos aspectos constituyeron una de las claves de su éxito.
El arte del mosaiquero
El oficio más destacable y representativo de la industria Nolla es el mosaiquero, operario especializado en la colocación de las teselas que conformaban la infinidad de composiciones posibles.
Además de su pericia para colocar las miles de teselas que conforman los pavimentos, una a una, el mosaiquero era el guardián de un savoir-faire que contemplaba desde la sabía proporción de los componentes de un buen mortero, hasta el propio dibujo a gouache de los motivos que se preparaba a realizar, que utilizaba tanto de guía como para enseñar al comanditario. De hecho, poseían un profundo sentido artístico, siendo capaces de adaptar sus obras a las irregularidades de cada lugar de colocación, manteniendo siempre el equilibrio y la elegancia del motivo.
La perfección con la que colocaban los mosaicos, sin junta ninguna en el caso del Palauet Nolla, hace que hoy en día resulta de extrema dificultad – y a menudo imposible – su restauración por parte de operarios no especialistas. Por desgracia el oficio se perdió con el cierre de la fábrica, y son pocos los antiguos mosaiqueros que todavía mantienen este savoir-faire.
El mosaico Nolla: la belleza modernista
La belleza de las composiciones que permitía desarrollar la cerámica Nolla, cuyo límite era la propia imaginación de quien las creaba, fueron la última clave de su éxito (belleza de las composiciones, calidad de material, y estrategia comercial). En una época cuya arquitectura veía el uso incondicional de las artes aplicadas – como la cerámica – el mosaico Nolla representaba el summum del buen gusto y del refinamiento artístico.
Los catálogos de la empresa desarrollan, en sus miles de modelos tipos, motivos para suelos, cenefas o zócalos, pudiendo incluso realizarse magníficos emblematas, a la imagen del retrato del propio Miguel Nolla, que preside una de las fachadas del Palauet.
La belleza de las composiciones propuestas por la empresa Nolla se vio recompensada en cuantas Ferias y Exposiciones se presentó, fuesen Regionales, Nacionales, Internacionales o Universales, como lo enseña el membrete de la fábrica, dejando asimismo patente la incondicional acogida que obtuvo este producto en la sociedad europea de finales del siglo XIX, y principios del siglo XX.
Los mosaiqueros de la fábrica viajaron desde Meliana por toda la geografía española, e incluso mundial, para colocar las composiciones elaboradas en los talleres de la fábrica valenciana. Así, encontramos innumerables pavimentos en Barcelona – como en la Casa Battló, obra del arquitecto Antonio Gaudí – Madrid, Gijón, Santander, Salamanca, pero también en París, Moscú, Viena, Cuba, Buenos Aires, etc. y por supuesto en Valencia. Por lo tanto, este patrimonio se ve representado, todavía en la actualidad, en todo el planeta, donde se le reconoce las máximas cualidades.
El Palauet Nolla
El Palauet Nolla conforma el paradigma de la política empresarial de Miguel Nolla. La antigua alquería del siglo XVII, asentada sobre los terrenos que el fundador escogió para construir su conjunto fabril, se hubiera derribado de no tener Miguel Nolla la genial idea de utilizar la imponente construcción como showroom de su empresa, introduciendo este nuevo concepto. De factura excepcional, el edificio se prestaba a convertirse en el punto central de la estrategia comercial de Nolla, quien lo revistió de un conjunto de mosaicos inigualable por su belleza y delicadeza, ubicado en el corazón de un frondoso jardín en el que se encontraban fuentes, flores y pavos reales. El impacto causado por semejante escenificación inspiraba admiración a quienes visitaban el lugar. Los reyes de España Amadeo de Saboya y Alfonso XII, el General Prim, las familias Hohenzollern y Romanov, Blasco Ibáñez o el Poeta Querol fueron algunos de los ilustres huéspedes del empresario.
Así, la muestra de cerámica que alberga el Palauet Nolla es un hito único, tanto por su extensión, la belleza de los motivos escogidos, el propósito con el que se realizó, como por la perfección del material utilizado y de su colocación. Todos estos aspectos demuestran que estamos ante un conjunto de incalculable valor histórico artístico.
Sin embargo, la potente etapa vinculada con Miguel Nolla nos hace olvidar a menudo que el Palauet Nolla – también conocido como Villa Yvonne – tiene una riqueza histórica que remonta a finales del siglo XVII, cuando se construye una magnífica alquería de cuidadísima factura, y que se prolonga hasta 1968, año en el que la última propietaria lo abandona al marcharse a Francia. La calidad edilicia del conjunto original, así como su tipología, nos demuestra que sería muy reductor limitar su valor a una pequeña etapa de sus tres siglos de historia.
La recuperación del Legado de Nolla
Con el objetivo de recuperar y salvaguardar este excepcional patrimonio, tanto material como inmaterial, se está llevando a cabo una serie de iniciativas, de muy diversas índoles, siguiendo una estrategia que permita abarcar, en un proyecto coherente y exhaustivo, todos los aspectos que conforman la riqueza plural de la cerámica Nolla
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